1. Alicia 22/25


    Fecha: 29/09/2019, Categorías: Hetero Autor: evloguer, Fuente: SexoSinTabues

    ... blanca, aquella que me había obsequiado toda mojadita, me la pasaba por la cara y aún conservaba un poco de ese aroma característico. La más viejita estaba durmiendo en el cajón del escritorio y la de Margarita aún estaba sobre el tablero de dibujo. Ahora tenía tres, me estaba convirtiendo en un coleccionista de fetiches. Mientras cavilaba estos asuntos suena el teléfono y nuevamente era Marga pidiendo por mi hija, parecía saber que a esa hora no la encontraba en casa pero me quería comunicar que tenía novedades, solamente que no decía en que consistían. Lo máximo que logré sonsacar a esa vocecita que venía por el hilo telefónico, fue que ya estaba mejorando su salud, que había comenzado a tomar los medicamentos. Me dió las gracias por el beso que le había mandado anteriormente (parece que lo escuchó) mandándome otro besito sonado que se metió por mi oreja. No pude mandarle respuesta: ella ya había cortado la comunicación. Esta nena ya tenía novedades y ni siquiera me había enterado de todas las anteriores, me tuve que conformar con esperar a que regrese mi reinita. Apenas entró sus bracitos buscaron mi cuerpo, se le había pasado la rabia y no estaba enojadita como ayer. Comimos rápido para ir al sillón, allí tuve que agasajar su boquita con montones de besos mientras ella me apretaba el miembro como indicando que era hora de comerse el postre, pero se decidió a continuar el relato: Margarita se había puesto la bombachita blanca de mi hija, aquella del intercambio, como un ...
    ... talismán para tener suerte en su nueva empresa. Funcionó de maravillas: era más pequeña que su talla pero tenía un estilo de nenita, le oprimía fuerte el bultito pero a su vez parecía más infantil, más inocente, tal vez más tentador para la mirada masculina. Al papito se le abría la boca mientras miraba a su chiquita y casi se le cae el cigarrillo que aplastó rápidamente en el cenicero. Ella se subió al taburete diciendo que tenía las piernas demasiado delgadas, que se las agarrase para comprobar. Mágicamente el hombre se puso de rodillas para estar a la altura, parecía que la estaba adorando, parecía que estaba naciendo una diosa. Esa diosa era su nena, la que tenía su tajito a centímetros de su nariz, ese bultito que acaparaba su mirada y no lograba bajar por las piernas que suponía estar revisando. Con las dos manos le apretó los tobillos y fue subiendo, palpando para sentir esa delgadez que de tan huidiza no hallaba, tocaba la parte de atrás de esas piernitas y pasaba a las rodillas, debía seguir subiendo para hallar esa debilidad mencionada pero nada, no hallaba nada más que unas carnecitas que invitaban a morderlas. Casi llega al trasero cuando la hijita le dice que esa parte aún conserva carnosidad, que tiene una colita gordota como recuerdo, y para demostrarlo deja caer la desabotonada bata y se agacha. Trastabilló con la maniobra y unas varoniles manos la tuvieron que sostener de la cola. Ya era mucho, se dió vuelta y las manos que seguían sosteniéndola sin querer se ...