1. Elena...


    Fecha: 25/09/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Comerizos, Fuente: CuentoRelatos

    ... con una trompa como un piano se acababa de tragar dos sillas, una mesa, una bandeja de jamón y varios vasos semivacios. Nos costó levantarlo a los dos fornidos caballeros que acudimos en su ayuda, se disculpó aludiendo a su falta de costumbre con el champán y rápidamente apareció ella para despedirse y dar por concluida la fiesta, agarrando a su marido pero sin acritud, con una mirada comprensiva.
    
    - “¿y cómo vais a volver a casa?”, le pregunté; sabía que ella no conducía y que él no estaba en condiciones y que un taxi hasta esos pueblos dormitorios de lejos/cerca del centro de la ciudad, a esas horas, iba a costar un potosí.
    
    - “Pues… no se…“, en su cara no había duda, esbozaba una sonrisa entiendo que en parte por el efecto de la bebida, en parte porque algo de gracia le hacia la situación, casi diría que era más una invitación que yo, caballerosamente… acepté.
    
    - “Venga, que os llevo yo¡¡”
    
    - “la fiesta está a punto de terminar y con tanto saludo y tantas ostras.., no creo ni que dé positivo en un control”.
    
    Giró la cabeza, clavó sus ojos en los míos y sonó... ”gracias, eres un sol”.
    
    Aun cuando la noche era fresca, la temperatura en el coche se acercaba a la del sol, su marido dormido, echado en el asiento de atrás, ella en el del copiloto, el vestido revuelto por el frenesí del baile, ya nada estaba donde había empezado la noche, sus pies descalzos sobre el salpicadero, las piernas entreabiertas, sus rodillas al aire y el vestido sobre sus muslos… mi ...
    ... erección que había vuelto y sus manos acariciando sus brazos… fue ella quien comenzó la conversación
    
    - “Mi marido es un amor, es como un niño grande, siempre ha sido así y eso me gusta”
    
    Su mano derecha se deslizó entonces desde su cabeza, en la que había alborotado el pelo, a su cuello que recorrió lentamente y después sobre su pecho izquierdo, posándola en esa zona en la que comienza el seno, pero que deja el dedo anular justo encima de un pezón que rápidamente noté duro y señalado debajo de la fina capa del vestido y de ese sujetador fino que seguramente llevaba. Por el efecto de ese movimiento, el vestido, libre de freno en esa pierna, se deslizó unos centímetros más, los suficientes para dejar al aire la parte interior del muslo, suave, dulce, terso… y mil cosas más que pensé al observar la escena.
    
    - “Siempre he sido una chica buena, modosita, como mi marido, no como tú, que pareces un malote, un golfo despiadado, tan rudo en la vida real como en los negocios…”
    
    Tras un instante… una risa fresca, liberadora de la situación de tensión que vivía a la vista de aquella imagen tan erótica y sensual, salió de mi ser y mientras tomaba aire para contestar, intentando que aquel microsegundo fuera eterno, como cuando lo tienes en el chat y puedes pensar exactamente lo que decir, para no equivocar el tiro, antes de que pudiera articular palabra…
    
    - “Es ahí, esa es mi casa”.
    
    Un casoplón en una urbanización exclusiva, dos buenos sueldos de hormiguitas dan para mucho, dos ...
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