1. MENTES PERVERSAS II


    Fecha: 17/09/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Bruno vivía caliente y me obligaba a masturbarlo mínimo tres veces al día. Su pene blanco crecía en mis manos y se hinchaba caliente cada vez que lo tocaba. Él era muy sexual y no perdía el tiempo. Me ordenaba que le besara las axilas y me pasaba largos minutos besando su cuerpo mientras su pene expulsaba gota tras gota de semen. En clases me manoseaba bajo la mesa hasta que no podía más y expulsaba todo mi semen y luego iba con los pantalones manchados intentando disimular mis vergüenzas. Me tironeaba los vellos y apretaba mis testículos como si fuera un juguete. Bruno me prohibió acercarme a su hermano y entendí que él lo quería solo para él. Desde que Bruno había obligado a su hermano mayor a practicarle sexo, este había cambiado para siempre. Cuando vi a Esteban, ya estaba rapado, y vestía como lo que era, un demente SKINHEAD. Supuse que quería ocultar a como diera lugar el hecho de que era homosexual y su hermanito lo había descubierto por él. Sus amigos estaban locos y si se enteraban que tenía sexo con uno de su mismo sexo, seguramente iban a matarlo no sin antes, torturarlo sin piedad. Yo me mantuve a una distancia prudente, pero de nada servía. Esteban me miraba con un odio inconmensurable, quien sabe lo que pensaba hacerme. Arrancarme los testículos y hacer que me los devorase, sería poco. Pasaron unos meses desde que decidimos secuestrar a Santiago, el chico de 5to. Él no nos miraba cuando nos cruzábamos por los pasillos del colegio, estaba avergonzado. Con Bruno ...
    ... pensamos seguirlo a su casa, para saber el camino que hacía desde el colegio a su casa y así podríamos encontrar un punto en donde no hubiera posibles testigos. Él desaparecería y la noticia se volvería algo grande, teníamos que tener cuidado absoluto. Una vez que dimos con cada paso que daba Santiago, nos hicimos un mapa y entendimos que era posible subirlo a un auto, en cuestión de segundos, en una de las calles menos transitadas. Sería Esteban, quien con unos amigos, lo subirían a un auto robado y se lo llevarían a la propiedad alejada de la familia de Bruno. Esteban nos había dicho que con los secuestros era simple, solo necesitabas un auto ajeno y la fuerza para meterlo sin hacer ruido y lo más rápido posible. Esto sucede siempre, y mientras no dejes rastros a los policías, todo saldría a la perfección. No habría llamadas a la familia pidiendo rescate, ni sospechosos, absolutamente nada, lo cual nos facilitaría el anonimato. Él día había llegado, en diciembre cerca del fin de curso, todo transcurrió de forma normal. Tras la tarde la noticia corrió de boca en boca, hasta dar con los medios. Santiago había desaparecido y nadie sabía de él. Con Bruno tendríamos que esperar hasta unos días después para ir a ver a Santiago. Era miércoles y no lo veríamos hasta el fin de semana. Todos hablaban del tema en clases, en el colegio, en los medios, en mi casa. Todos estaban asustados y desconcertados. Y para nuestro alivio, no había ningún alumno ni amigo del círculo de Santiago que ...
«123»