1. Negación - Capítulo 11


    Fecha: 12/09/2019, Categorías: No Consentido Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... Traumatólogo, me debatí durante largos segundo si golpear la puerta, o deshacer el camino, y luego inventar una excusa barata que justificara mi ausencia. Había insistido en seguir el tratamiento con otro médico, pero nadie me hizo caso.
    
    Repentinamente el cerrojo se movió, la puerta se abrió y en el portal apareció Sergio, que dio un respingo cuando se percató de mi presencia. Elevo las cejas, y se hizo a un lado, haciendo un gesto con la mano bastante parsimonioso indicarme que entrara.
    
    - Estaba a punto de ir a buscarte a las Oficinas – dijo.
    
    - No es necesario – gruñí.
    
    - Entra entonces – apremió.
    
    Seguía parado, inmovilizado. El me miró analíticamente, como detectando qué iba mal, estiró la mano y me agarro del hombro obligándome a avanzar. Un segundo más tarde me hallaba sentado frente a un escritorio, atiborrado de papeles y documentos, todos estratégicamente esparcidos en la mesa, comencé a tomar nota mental respecto a las cosas desagradables que me molestaban de este hombre, la primera, era extremadamente desordenado, su oficina lo acusaba.
    
    Lo miré mientras él cerraba la puerta, llevaba unos simples vaqueros con zapatillas, una polera negra y sobre está el ostentoso delantal blanco. En el bolsillo del pecho, se hallaba bordado su nombre y cargo en letras negras. Los pantalones marcaban los músculos del muslo, podría atreverme a decir que tenía unos cuádriceps bastante definidos y grandes, la polera se tensaba en el pecho, dónde los pectorales se ...
    ... pronunciaban, pude ver una fina capa de vellos rubios escapando del cuello de la polera, no me había dado cuenta de ese detalle, y lo anote en la lista también, el tipo era velludo, y yo odiaba los pelos.
    
    Y anoté de paso las otras características que odiaba, su sonrisa perfecta y bobalicona, sus enormes ojos verdes, el hoyuelo de la barbilla, el pelo crespo, su perfume e hilé incluso más hondo, añadí su personalidad arrogante, y lo que más me desagradaba, sus bromas.
    
    - ¿Cómo has estado? – preguntó al tiempo en que venía a sentarse frente a mí.
    
    - Bien... supongo – dije, tanteando el terreno.
    
    - Te ves verde… ¿está seguro que estás bien?
    
    - ¿Qué?... ¡Sí!... estoy bien… relájate – solté, para nada convincente.
    
    La verdad, es que estaba a punto de vomitar por los nervios. Nervios que no sabía de dónde venían. Ladeo la cabeza y sonrió.
    
    - Te pongo nervioso – se jactó. No era una pregunta.
    
    - Me pregunté cuánto tiempo iba a pasar antes de que comenzaras con tus estupideces.
    
    - ¿Vas a llorar ahora? Porque la verdad no tengo ganas de ser pañuelo de lágrimas hoy… no me gustan los melodramas ¿sabes?
    
    Di una patada con el pie del yeso que nos dolió a ambos. Apenas sentí el impacto supe que el arrebato de ira fue una mala idea, un segundo nos estábamos mirando y al siguiente ambos gritamos y nos sobamos los pies, la diferencia fue que aparte del dolor sentí una corriente eléctrica que me llegó hasta la nuca, y luego una oleada de dolor que me hizo jadear y lloriquear en ...
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