1. Era suficiente sentir su dura verga


    Fecha: 25/08/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Carmen España, Fuente: CuentoRelatos

    ... su merced. Aquello me produjo una excitación tal, que solamente por sentirme observada mi vagina empezó a lubricar como un manantial y de mis fluidos emanaba un olor muy particular.
    
    Estaba en pleno éxtasis. Aquel misterioso hombre tardó un par de minutos y entonces sentí moverse la cama. Sentí como se situaba entre mis piernas. Yo las abrí para recibirle. Cuando estaba entre mis piernas, se fue acercando a mi empapado y oliente coño. Noté que debajo de esa túnica llevaba como otro pantalón ya que mis piernas en ningún momento sintieron contacto con su carne, solo el tacto de una suave tela. Después noté que posó su túnica sobre mi vientre acomodando la polla a la entrada de mi coño.
    
    Entonces comenzó a meter la verga dentro, con suavidad pero sin parar. Mi cuerpo comenzó a estremecerse, aquella verga estaba dura como el acero, era gruesa pero no me hacía daño y lo suficientemente larga como para sentirla entrar hasta situarse en el fondo de mis entrañas.
    
    Su túnica cubría todo mi cuerpo, a pesar de su corpulencia, el peso de su cuerpo era placentero.
    
    Yo seguía con los ojos cerrados y todas las sensaciones se multiplicaban por mil. El extraño hombre tenía toda la tranca dentro. Comenzó a hacer unos mínimos movimientos de meter y sacar pero siempre manteniendo toda esa dura verga hasta el fondo.
    
    Acostumbrada a que los chicos siempre me follan con un mete y saca frenético, el moro, con esa suavidad consiguió lo impensable, tuve un orgasmo tal que mi coño palpitó ...
    ... como nunca antes.
    
    El moro, tampoco me besó, simplemente sentí su respiración al lado de la oreja. Era una respiración profunda, de alguien con voz fuerte.
    
    En ningún momento sentí sus manos, me era suficiente sentir su dura verga dentro con esos ligeros movimientos, acompañados de unos suaves pero imponentes gemidos en mi oreja. Este sencillo contacto físico fue bastante para sentirme seducida, hechizada, sometida y tremendamente excitada.
    
    No supe cuantos minutos pasaron, estaba en éxtasis. Volví en mí cuando sentí que aquella dura verga paro sus suaves movimientos, entonces mi hombre misterioso comenzó a gemir con más potencia y en ese momento sentí sus contracciones, sentí perfectamente los chorros de semen que expulsaba en mis entrañas. Más que contracciones, su dura verga latía dentro de mí a la par que su semen aporreaba mi útero.
    
    Ni qué decir que en ese mar de sensaciones volví a tener un orgasmo, tan fuerte que mi cuerpo también latía acompañando cada una de las pulsaciones de esa vigorosa verga.
    
    Después de correrse y derramar toda su leche en mi interior, aun con la verga dura, la sacó suavemente, se puso de pie (yo pude abrir un poco los ojos) y, aunque él estaba de lado vi que llevaba como un pantalón atado con una cuerda debajo de aquella túnica. Se limpió la verga con mi camiseta, ató aquel pantalón, la túnica volvió a cubrirle el cuerpo y sin mirarme siquiera, marchó de casa.
    
    Escuché la puerta del portal cerrarse. Pasados unos largos segundos y sin ...