1. Era suficiente sentir su dura verga


    Fecha: 25/08/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Carmen España, Fuente: CuentoRelatos

    Hola, me llamo Carmen, vivo en una ciudad del norte de España, soltera y tengo 29 años.
    
    Hace casi un año al volver a casa después del trabajo, siempre atravieso una plaza que tiene unas fuentes muy bonitas. Aquel día vi algo muy peculiar, tanto que me llamó poderosamente la atención.
    
    Era un hombre de unos 45 años vestido con una larga túnica blanca, solamente se apreciaban sus pies que calzaban unas chanclas de playa. Lo primero que pensé era que llevaba puesto un pijama largo y lo de las chanclas me chocó bastante ya que en mi ciudad no hay playa.
    
    Aquella túnica larga le cubría desde el cuello hasta los tobillos. Aquel hombre era moreno, con una barba corta, no muy alto y de complexión fuerte.
    
    Evidentemente era moro pero su vestimenta era tan peculiar que de tanto mirarle se dio cuenta y también me miró fijamente a los ojos. Tenía una mirada profunda. Yo me puse nerviosa y cuando pasé a su lado, no sé porque pero noté una palpitación como nunca la había sentido.
    
    Seguí mi camino y cuando miraba hacia atrás, el moro también me seguía. Cuando estaba cerca de casa, me detuve delante de un escaparate. Por el reflejo del cristal vi que el moro también se detuvo. Él se dio cuenta que le estaba mirando y con la mano me hizo el gesto de que siguiera caminando.
    
    No tuve duda de que me estaba siguiendo lo cual sinceramente me agradó y al caminar mis piernas temblaban, aquel hombre produjo en mí una reacción que estremecía todo mi cuerpo. Total, decidí ir a casa. En el ...
    ... portal al abrir la puerta le miré y le hice el gesto con la cabeza de entrar. Él entró y subimos por las escaleras ya que vivo en un primero. Esperaba que me manoseara el culo pero no lo hizo. Al abrir la puerta de casa le hice un gesto con la mano para invitarle a pasar.
    
    Vivo en un apartamento, que tiene un pequeño comedor unido a la cocina. A la entrada está la habitación y el baño.
    
    Cuando el moro entró, cerré la puerta y al echar una ligera mirada al apartamento, con un gesto de mano me indicó que entrase a la habitación y entró detrás de mí. Con otro gesto de la mano me indicó que me quitase la camiseta. Yo como una autómata le obedecí. Luego me hizo otro gesto para que me quitase el sujetador. Él me observaba pero no gesticulaba palabra, sólo movía la mano para comunicarse conmigo.
    
    Mis pezones estaban tan duros que hasta yo lo notaba. Luego me indicó que me quitase el pantalón y las bragas.
    
    Quedé totalmente desnuda delante de aquel extraño hombre. Su mirada escudriñó cada centímetro de mi cuerpo. Con la mano me indicó que me diera la vuelta. Mi espalda y nalgas estaban a su merced. He de decir que tengo un cuerpo precioso, hago gimnasia y me mantengo estupenda.
    
    Después de unos interminables segundos el moro dio una palmada, al escucharla me giré y me hizo el ademán de que me tumbase en la cama. Yo obedecí su orden sin rechistar. Me tumbe sobre la cama boca arriba, entonces me hizo una seña de que cerrase los ojos.
    
    Cuando los cerré, me sentí totalmente a ...
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