1. El Retrete


    Fecha: 25/07/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ecuatoriana a la que yo siempre trataba de esquivar, así como al resto de los empleados, para que no se fijaran mucho en mí. Como es lógico y, dado el alto número de veces que yo visitaba ese local, estaba claro que se habían fijado en mi y en mis extrañas costumbres.
    
    La encargada, como digo, era una ecuatoriana de unos 30 años y, a diferencia de la mayoría de sus compatriotas, no era bajita y gosrdita, si no que era de una estatura media, ni gorda ni delgada, y con un culo respingón que si me había llamado la atención muchas veces. La verdad es que estaba bastante buena, pero por razones obvias yo había intentado pasar desapercibida ante ella.
    
    El caso es que estaba yo allí como una estatua de sal, supongo que pálido como la leche, esperando cualquier reacción; que montara un escándalo o, lo que es peor, que llamara a la policía. Yo, en un vano intento de crear confusión dije:
    
    “Oh, me he debido equivocar…”
    
    “Si, si, como si no te hubiera visto entrar aquí un montón de veces….”, dijo con una sonrisa de “te he pillado” en la boca. Me jodió que me tuteara, pero estaba en una situación que no podía exigir mucho respeto.
    
    “Yo…Yo….”, balbuceé
    
    “Tu..tu…”, me hizo burla, “así que te gusta encerrarte en lo wateres de las tías, ¿no?”, me pregunto y me extrañó un poco su lenguaje.
    
    “Bueno…yo….no entiendes…”, seguí balbuceando
    
    “Si, si que entiendo”, me dijo en tono sarcástico.
    
    A continuación hizo algo que me extrañó mucho y que, por otra parte, me hizo reflexionar ...
    ... rápidamente en aquella situación.
    
    “Bien, vamos a ver que es lo que te gusta tanto”, me dijo y me empujó suavemente hacía el interior del water. En una décima de segundo empecé a comprender porque estaba aquella mujer hablando conmigo en esos términos, porque no estaba montando un escándalo y porque no me sacaba de allí a patadas, si no al contrario quería ver “detalles”. Estaba claro que aquello le “iba”. Yo cambié radicalmente mi postura y me encontré de igual a igual.
    
    “¿Qué pasa que quieres ver lo que hago aquí dentro?”, pregunté con seguridad, aunque con en lógico temor a equivocarme. No era así.
    
    “Puede ser”, dijo eso y cerró la puerta con pestillo. Nos quedamos los dos de pie dentro de aquel estrecho water. A mi la situación me empezó a parecer muy interesante.
    
    “¿Desde cuando lo sabes?”, la pregunté.
    
    “Hace tiempo que me fijo en ti. Quería asegurarme de lo que hacías”, me contestó.
    
    “¿Por qué no me denuncias?”, la reté
    
    “No….”, se me quedó mirando fijamente, ”a lo mejor eres un tipo interesante”. Estaba claro. Aquella mujer tenía unos gustos parecidos a los míos y había encontrado a la horma de su zapato. Ante aquella constatación se me puso la polla como una estaca.
    
    “Que…¿eres una guarra como yo?”, pregunté descaradamente. Ella no contestó. Miró hacia la taza, que en ese momento estaba limpia de restos, y dijo:
    
    “Bueno, ¿Qué es lo que te gusta hacer?”
    
    “Oler”, dije directamente. Ella hizo como un gesto de “ya lo se” y se agachó. Metió la nariz en ...