1. La Ermita de los placeres I


    Fecha: 30/05/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: priscilla69, Fuente: CuentoRelatos

    Tomasín era un pianista consagrado.
    
    Pasaba el día tocando teclas donde podía pues su economía no le permitía adquirir su propio piano.
    
    Era una verdadera lástima, pues el arte de componer se le daba de fábula. Pero él, insistía y jamás se daba por vencido. Aprovechaba cualquier evento para ponerse manos a la obra y teclear lo que hiciera falta.
    
    Y fue en una de esas excursiones que hacía, buscando lugares donde poder sonar, cuando descubrió una pequeña ermita, perdida en un camino, alejado de la mano de Dios.
    
    Tenía su encanto, pues el tiempo parecía haberse detenido en su interior.
    
    Pero lo que realmente llamó su atención, fue un órgano muy antiguo, que encontró medio escondido a la derecha del altar.
    
    Como era un manitas, en lo que al manejo de instrumentos se refería, Tomasín lo afinó como pudo, le sacó brillo, y lo dejó como nuevo.
    
    A partir de ese día, acudía dos veces por semana a la ermita y se deleitaba sonando las más bellas sinfonías. Y sí pasaba las horas muertas.
    
    Al cabo del tiempo, Tomasín que seguía con su ritual de visitas al lugar sagrado, se percató de que, en esa ocasión, no estaba solo.
    
    Una joven de aspecto dulce y virginal, acudía todos los jueves al lugar. Se dirigía al confesionario, arrodillándose muy seria. Permanecía allí un buen rato, y a continuación, tal como había llegado, se marchaba.
    
    Así semana tras semana.
    
    Al correr del tiempo, Tomasín comenzó a darse cuenta que no era de piedra.
    
    Sueños turbulentos y muy ...
    ... subidos de tono, comenzaron a acosarle todas las noches.
    
    Sobre todo, las más cercanas al jueves.
    
    La imagen de aquella tierna dama, le provocaban increíbles erecciones.
    
    Se despertaba con la verga más tiesa que el mástil de un velero. Le acompañaban sudores fríos, y unas punzadas en los testículos, que al rozarlos descubría que los tenía duros como las piedras que hallaba en el camino hacia la ermita.
    
    Y es que todo cuanto le rodeaba, parecía ir a parar a ese lugar sagrado.
    
    La música, los sueños eróticos, la dama virginal. Parecía como si su vida, no significara nada hasta ese instante, y ahora sin darse cuenta, volvía a resurgir de las cenizas.
    
    A partir de ese momento, aparcaría el manejo del instrumento musical, y daría prioridad al carnal. Porque ahora su objetivo, era seducir a la joven misteriosa que cada jueves aparecía como un espejismo en su vida.
    
    Acudió a la ermita, se dirigió al órgano y comenzó a sonar sus melodías favoritas.
    
    Una tras otra, sin parar.
    
    Cuando se acercó la hora aproximada a la llegada de la damisela, Tomasín dejó de sonar, y se dirigió al confesionario. Se sentó en el incómodo taburete que había en su interior, y esperó en silencio.
    
    Pasaron unos minutos, que se le hicieron eternos.
    
    ¡No podía más!
    
    El calor húmedo que se respiraba allí dentro se estaba volviendo insoportable.
    
    Cuando ya empezaba a perder toda esperanza de que la dama hiciese su visita habitual, escucho unas pisadas firmes que se aproximaban.
    
    -¡Al ...
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