1. Elena (A.C.) - mi masoquista


    Fecha: 24/05/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    Este será el primero de A.C., de los varios que escribiré. Su historia merece ser contada. En unos pocos días, terminaré mi historia con Ga y el reencuentro que tuve con ella… he estado algo ocupado. Sin más, el recuerdo de una de las mejores mujeres que he conocido. Uno de mis más grandes amores...
    
    La conocí desde que era pequeño. Siempre fue una gran amiga, aunque no era la mejor, pero se convirtió en una de mis grandes confidentes. Nuestros padres eran casi “compadres” y el inicio de nuestra relación fue un dulce pasaje transitorio sin penas ni dolor relacionado a los suegros.
    
    Creo que antes ya la había mencionado como “A.C.” que son las iniciales de sus nombres de pila, pero por motivos de privacidad cambiaré su nombre a… “Elena”. (lo último que supe de ella es que tiene novio al que adora y trabaja en ese lugar que queda a 3 h. y al que todo el mundo del Distrito Federal se quiere mudar…)
    
    Por mucho tiempo ella anhelaba estar a mi lado y, ahora, es al revés… Ella es morena. De estatura normal, pero con unas piernas de infarto y un culo de ensueño. Es un poco gordita y sus pechos son normales, tirando a pequeños. Tiene unos ojos hermosamente cafés, un lunar en la ceja izquierda y una sonrisa que cautiva. Su voz es tan dulce como la mejor miel y tiene un carácter como pocas. Me impresiona, aún ahora, su sencillez y honestidad… Sin duda alguna es una de las mujeres más hermosas y espectaculares que he conocido. En resumen, era una verdadera mina de ...
    ... oro.
    
    Coincidimos, como tantas veces, en una excursión de nuestro círculo de amigos y familia, a Pachuca, Hidalgo. Y ahí nació una atracción hacia ella, que difícilmente puedo describir. No me la podía sacar de la cabeza y sé que, ambos sentimos atracción mutua en mayor grado durante aquél viaje. Lo recuerdo muy bien…
    
    Me levanté, ansioso aquella mañana de viernes. El cielo era un lienzo de nubes blancas y con forma de borrego que agradaban la vista de cualquiera que alzara los ojos. Estaba emocionado porque, tras un breve preliminar de correos y mensajes, habíamos concretado una cita. Nuestra primera cita. Tuve que sacar de mis ahorros personales una cantidad considerable de dinero (aunque no menguaron en demasía las reservas), pues quería impresionarla. Conocía un restaurante un poco bohemio en la conocida zona de San Ángel, en la Ciudad de México. Venden unas crepas muy buenas ahí.
    
    Sobra decir que fue uno de los días más felices de mi vida. Fui despacio y al pasar los meses, no concebía mi vida sin ella. Aquella mujer había perforado mis defensas y, por alguna extraña razón, jamás me atreví a más con ella, pese a que despertaba en mí las más lúbricas pasiones. Como todo buen hombre, a cada ocasión que se presentaba, ponía en práctica el pequeño voyerista interno y aprovechaba para verle las nalgas, las piernas y las tetas cuando miraba hacia otro lado o me daba la espalda. Sin embargo, fuera de toda lujuria, ella generaba en mí un sentimiento que superaba con creces a cualquier cosa ...
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