1. Anita de tus deseos (capitulo 10)


    Fecha: 21/06/2017, Categorías: Dominación / BDSM Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos

    ... comprenderás que merecer un castigo, —para volvió a abrazarme mientras me besaba con cariño—. ¿Estás de acuerdo, lo entiendes?
    
    —Si papá.
    
    —Y ¿cómo crees que debe ser el castigo? —le miré otra vez sin entender—. ¿Suave, fuerte, muy duro?
    
    Me abracé a él con fuerza mientras una punzada me atravesaba el clítoris—. Lo que tú quieras.
    
    —No. Quiero que me lo digas tú.
    
    —Es que no sé, —y empecé a sollozar. Papá me achuchó más fuerte mientras me besaba.
    
    —Tranquila mi amor yo decidiré por ti. Veamos, cómo sé que no lo has podido evitar, no va a ser muy duro, pero tampoco puede ser suave: cuarenta azotes en el culo con la mano. ¿te parece bien? —asentí con la cabeza mientras se empezaba a oír a lo lejos el ruido de la quitanieves que el empleado del camping estaba utilizando para despejar las calles. Ahora va a ser buen momento. Quiero oírte chillar.
    
    Rápidamente papá cogió el rollo de cinta y me sujetó los brazos a la espalda con los antebrazos paralelos, cómo a él le gusta. Me tumbó bocabajo sobre sus piernas y empezó a darme azotes en el trasero mientras los contaba. Los primeros los aguante bien, pero según me iba dando más no sé si el dolor aumentaba o que yo los aguantaba menos. Con el décimo empecé a quejarme y con el veinte ya chillaba a pleno pulmón. El ruido de la quitanieves llegaba en ese momento nítido hasta nosotros: debía de estar justo a nuestra altura. Cuándo me dio los últimos, el ruido de la quitanieves iba disminuyendo según se alejaba.
    
    Estuvo ...
    ... un buen rato acariciando mi trasero que ardía. Notaba cómo me pasaba las uñas y luego pasaba la palma de la mano. Siempre parecía que iba a meter la mano entre mis nalgas, pero no lo hacía, y mi grado de excitación era tal que sabía que en el momento que me rozara el ano o la vagina lo más mínimo me iba a correr. Papá lo sabía. Lo he dicho varias veces ya: me lee cómo en un libro abierto.
    
    Me ayudó a incorporarme y me puso de rodillas sobre la cama. Se situó a mi espalda, me separó las piernas mientras con la mano izquierda me tapaba la boca. Se agarró la polla con la derecha y me la clavó de golpe. Mi chillido de puro gozo se quedó ahogado por su mano. Culeó tres o cuatro veces y me corrí viva. No aflojó, siguió culeando y un par de minutos después con la mano derecha empezó a estimularme el clítoris. Intenté cerrar las piernas, pero las suyas me lo impedían y sin remisión me volví a correr. Mientras lo hacía, oí a papá resoplar en mi nuca y cómo se le escapaba un gemido y me sentí muy feliz.
    
    Papá me desató y el resto de la tarde seguimos en la cama mientras en el exterior la ventisca seguía con fuerza. Pusimos una peli de las que le gustan a papá porque con el temporal casi no se captaba el satélite.
    
    Casi sin darnos cuenta llegó la hora de cenar. Después, vimos otra peli, me echó el polvo nocturno de rigor y nos dormimos hasta el día siguiente.
    
    El resto de la semana fue genial. El lunes amaneció despejado y con un sol que duró toda la semana. Todas las mañanas ...
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