1. Memorias, entre el pasado y el presente (2)


    Fecha: 10/04/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: zorroblanco2003, Fuente: SexoSinTabues

    ... comenzaba ya a sentirse con fuerza, y la cosecha del algodón, una de las principales plantaciones de la explotación de mi padre comenzaba a realizarse de sol a sol. En aquellos tiempos teníamos esclavos que se encargaban del arduo trabajo, fue antes de la abolición del esclavitud por Abraham Lincoln. Era la hora de la siesta, mi amigo y vecino Albert y yo, dormitábamos en el granero de la finca, entre el heno que se apilaba en la segunda planta, cuando un ruido nos despertó. Fue una discusión a las puertas del mismo. Casi de inmediato reconocí la voz de mi padre, tan autoritario, tan rudo como sonaba siempre. Y la otra era sin duda, una voz de mujer, una mujer asustada que suplicaba: “¡No señor, por favor, déjeme ir!”. Aquello nos erizó el bello a ambos. Seguidamente la mujer entró al granero, bueno más bien fue lanzada dentro y aterrizó en el suelo. Asustada miró a la puerta por donde mi padre apareció, con terror se arrastró hasta llegar a la pared de en frente, donde unas balas de paja detuvieron su avance. Allí se giró y siguió mirando a mi padre, con su figura inconfundible: sombrero de ala ancha, botas altas, gran bigote y látigo en la mano. Cuando se trataba con esclavos había que llevarlo siempre, según él. La siguió, dando grandes pasos, con las manos asidas al cinturón con los pulgares hacia abajo. Yo me temí lo peor y pensé que aquella pobre desgraciada habría hecho algo para irritarlo y ahora iba a sufrir su castigo, como en otras ocasiones lo sufrían otros ...
    ... esclavos o yo mismo, pues el hecho de ser su hijo no me libraba de su ira. Efectivamente, cuando estuvo cerca de ella, alzó la mano y el látigo ondeó en ella, la chica se volvió horrorizada, éste bajó con fuerza y la azotó en la espalda. La pobre chica, llena de pavor chillo antes incluso de sentir su contacto. — ¡Vamos levántate las enaguas! —le ordenó. — ¡Pero señor, por favor, no lo haga, aún no he estado con ningún otro hombre! — ¡Qué te las levantes! —le reiteró, pero ya no esperó respuesta, esta vez se agachó y cogió el menudo cuerpo de la mujer y lo levantó echándolo contra una bala de paja sin apenas esfuerzo, quedando la chica sobre ella de espaldas a mi padre. Con violencia, mi padre se acercó a su culo y levantó el viejo vestido de la mujer, descubriendo sus negras piernas y un taparrabos de tela blanca que llevaban los esclavos para cubrir sus partes íntimas anudado a su cintura. Ésta prenda fue desenlazada y arrancada con violencia por él, descubriendo un culo redondo, tan negro o más que sus muslos. A estas alturas mi compañero de siesta y yo estábamos con los ojos abiertos como platos, agazapados entre el heno de la segunda planta del granero, mirando con expectación la escena que se representaba apenas a unos metros. Abajo, la chica sollozaba y sumisamente permanecía quieta mientras mi padre se bajaba los pantalones y sus calzoncillos de fino algodón, como le permitía su estatus social. Acercándose a la desdichada, le dio una fuerte palmada en el trasero, ...
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