1. Jubilados


    Fecha: 15/02/2019, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    Jubilados
    
    Retirarse de la vida laboral no significa que haya que olvidarse del sexo, sino muy al contrario
    
    Estoy jubilado desde hace dos años, desde los cincuenta. A los veinte entré de botones en una empresa de las que trabajan en la Bolsa. Estudié Económicas, trabajé duro, y en relativamente pocos años fui escalando puestos hasta lograr ser un mando intermedio, relativamente bien retribuido y con alguna que otra oportunidad de sacar un extra en operaciones bursátiles de pequeño calado. Soltero, sin familia, al cumplir cincuenta años la empresa me hizo una buena propuesta de prejubilación y acepté. Resueltos los problemas económicos, vendí mi piso y un local heredado de mis padres, dejé la gran ciudad en la que siempre he vivido y tras buscar asesorado por una inmobiliaria solvente, me marché a vivir a la costa levantina, a un pueblo del litoral no demasiado grande pero bien dotado de servicios. Aquí llevo poco más de un año.
    
    La urbanización privada en la que está la casa —36 chalets independientes de tamaño medio, distintos diseños, todos con piscina y jardín, a menos de cien metros de la playa— que compré está poblada por rentistas y jubilados europeos de poder adquisitivo alto y algún que otro español que ha tenido la suerte que, como a mí, las cosas le hayan salido bien desde el punto de vista del dinero. Probablemente soy el más joven de las aproximadamente ciento veinte personas que aquí habitamos todo el año, y sólo bajan la edad media acompañantes, ...
    ... enfermeras, personal de servicio y algunos familiares que vienen de vez en cuando —casi siempre en vacaciones de verano y navidades— a pasar unos días con padres y abuelos.
    
    Me llamo Martín —Marty, para la mayoría con los que aquí trato— soy un tipo alto, delgado, grandote, atractivo según me dicen, calvo completamente rapado y, lo que por aquí es importante, tengo una buena polla que funciona sin problemas. Porque la urbanización será propia de jubilados, pero el sexo no falta, al contrario, es uno de los mayores entretenimientos de los que aquí vivimos.
    
    Tuve un par de novias en su día, pero la relación no cuajó, así que toda mi vida me he hecho pajas, he ligado cuando he podido y también he sido cliente de un burdel del barrio en el que vivía. El sexo nunca fue una obsesión para mí, aunque nunca me ha faltado. Al llegar aquí me resultó impactante ver que mujeres y hombres practican asiduamente el nudismo —casi es una religión tomar el sol y estar desnudo en la playa, en la piscina, en casa— y, de manera habitual y natural, son exhibicionistas que se complacen en tener sexo allí en donde los puedan ver y a su vez puedan mirar. También me llamó la atención la cantidad de tríos que viven como si fueran matrimonios —son mayoría las mujeres con dos hombres y apenas media docena de hombres con dos mujeres— y dobles parejas que conviven en todo y para todo. Tenemos hombres y mujeres homosexuales, y lo que siempre entendí como bisexualidad —swingers dicen aquí— es moneda corriente. ...
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