1. Lara, una chica muy obediente


    Fecha: 11/02/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Todo es hermoso en ella, incluso su nombre. Tiene 34 años, dos hijas pequeñas y un marido con el que goza de muy buen sexo en el que no faltan ciertos juegos sadomasoquistas con ataduras y nalgadas.
    
    Pero Lara tiene, además, una vida secreta cuyos orígenes datan de cuando sus padres, al comenzar la secundaria, la inscribieron como pupila en cierto instituto de muy buen nivel pedagógico y reglas muy severas, donde completó sus estudios y tuvo sus primeras experiencias de dominación lésbica.
    
    Por aquellos años de adolescencia ya apuntaba a ser la belleza que es hoy, alta y delgada, de pelo rizado color caoba, ojos marrones de mirada insinuante, boca sensual, de labios carnosos que cuando se entreabren permiten ver los dientes blancos y parejos; y un cuerpo que el ejercicio semanal en el gimnasio ha modelado cual escultura de carnes firmes y formas embriagadoras, con pecho medianos, erectos y firmes, cintura estrecha, piernas largas, admirablemente torneadas, y un culito empinado, redondo y firme que por la calle atrae como un imán las miradas codiciosas de los hombres y no pocas mujeres.
    
    Fue una noche, durante la cena en el comedor del instituto, cuando Lara advirtió que dos chicas, ubicadas en una mesa a escasa distancia, no le quitaban los ojos de encima. Eran algo mayores que ella y Lara las reconoció de inmediato como cursantes del último año. Las miradas de las dos eran tan penetrantes que se puso nerviosa y dejó de prestarle atención a la charla de su compañera ...
    ... de mesa. Sin dejar de observarla, ambas pupilas sonreían y hacían comentarios que Lara imaginaba como referidos a ella.
    
    -Oye, ¿qué te pasa? No me estás escuchando. –le dijo de pronto su compañera, algo molesta.
    
    El reproche la liberó de esa cadena invisible que la mantenía unida a las otras dos:
    
    -Oh, perdona, perdona, es que me distraje pensando tonterías. –dijo sacudiendo la cabeza como queriendo quitar de ella algún pensamiento inquietante.
    
    -Sí, ya me di cuenta de que estabas distraída. Bueno, no te preocupes, Lara. Me voy a mi cuarto, mañana te veo.
    
    -Sí, claro, que descanses.
    
    -Tú también. –dijo la chica y se encaminó hacia la puerta del salón.
    
    Eso recordaba Lara mientras se desvestía en el baño para tomar una ducha antes de acostarse. El cuarto tenía varios espejos que ella y su marido, Tony, habían ubicado estratégicamente y que le permitían contemplarse desde diversos ángulos, algo que le encantaba hacer.
    
    Se miró quitándose la camiseta lentamente, como si lo estuviera haciendo para alguien. Luego, mientras se bajaba el ajustado jean celeste, dirigió su vista hacia otro de los espejos y observó cómo iba apareciendo su magnífico culito apenas cubierto por un minúsculo tanga rosa, y enseguida sus muslos. Una vez más cambió de espejo y esta vez se regodeó en la contemplación de sus pechos. Llevó sus manos a ellos y notó cómo rápidamente los pezones se le ponían duros al contacto de los dedos. Los estiró y retorció un poco, hasta gemir por esa mezcla de ...
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