1. Otra zorra madura en mi gimnasio


    Fecha: 26/01/2019, Categorías: Incesto Autor: zorro_en_celo, Fuente: CuentoRelatos

    ... encanta que me la comas —confesé
    
    Los mordía, tragaba, relamía y lamía como si se fuese a acabar el mundo y la observaba pasmado y enajenado como me trabajaba el rabo con su lasciva boca de lujuriosa prostituta
    
    —¡no puedo dejar de comerte la polla, es mi vicio! —afirmó Adriana
    
    —¡No pares, puta, me encanta como me la comes, guarra —gruñí
    
    A la vez que ella tragaba mi rabo, le saqué su teta derecha del sostén, para terminar de quitárselo todo y le amasé las tetas, mientras reanudaba la succión de mi duro rabo. Llevaba algo más de una hora en el gimnasio y había ido al vestuario a dejar el cinturón de seguridad y los guantes de hacer pesas cuando me cruce con una atractiva madura. La oía como charlaba con el monitor de la mañana pero no la presté atención inicialmente. Salí del vestuario en dirección a la zona de maquinas de pierna y las cintas de correr y las bicicletas estáticas así como otras máquinas aeróbicas y allí estaba ella. Como no la quise interrumpir y ella a mi tampoco, nos lanzábamos unas concupiscentes miradas de lascivia y lubricidad y de momento ahí quedó la cuestión. Terminó ella de andar en la cinta y fue abajo a realizar otro tipo de ejercicios con pesas y otras máquinas y yo todavía seguía allí. Bajé y la vi y como habíamos tenido un lascivo jueguecito se miradas, ella se dirigió a mi y no esperaba su seducción
    
    —He observado, que no me quitas ojo —expresó ella —, al menos, podríamos presentarnos —añadió
    
    —Yo me llamo Nicolás —descubrí ...
    ... yo
    
    —Yo soy Adriana —dijo Adriana
    
    Nos dimos dos castos besos y comenzamos a hablar largo y tendido sobre este gimnasio, las máquinas que había, los deportes que practicábamos y nos gustaban y el tiempo que llevábamos en este gimnasio. Yo le conté que había estado en casi todos los gimnasios del barrio y que no me habían gustado y cuales eran los motivos. No podía apartar la mirada de Adriana, pues me gustaba y yo a ella y aunque se nos notaba , fue Adriana quién dio el paso y comenzó a tirarme los tejos y a seducirme. —Si tanto me mirabas, ¿que te parezco?, dime —dijo Adriana
    
    —Eres una mujer muy atractiva, buen culo y senos perfectos —dije yo
    
    —No seas tan adulador —dijo Adriana
    
    —No soy adulador, es como lo veo y lo siento, creo que me gustas —proclamé
    
    Adriana era bastante atractiva y para cincuenta y pocos que tenía estaba muy bien, pues se notaba que venía con asiduidad al gimnasio y hacía otro tipo de actividad que le mantenía en forma y estaba muy mona. Era algo gorda, con un lascivo culo que me volvía loco y unas tetazas que me ponían salido y tenía una cara de putona que todo me indicaba que aquí habría facilidad para ligarla.
    
    —bueno, si deseas, podemos continuar la charla en mi casa ya que vivo cerca del gimnasio —habló Adriana
    
    —por mi perfecto, de acuerdo, Adriana —articulé yo
    
    Venía yo de mi casa casi disfrazado como un auténtico chulo de putas y Adriana al verme exclamó :
    
    —¡Guau, criatura!, ¡que bueno estás, cabrón! —
    
    Llegué con mi más ajustada ...
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