1. Desafío de galaxias (Capítulo 6)


    Fecha: 14/01/2019, Categorías: No Consentido Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    —¡No me lo puedo creer! Pero ¿por dónde cojones han salido? —Marisol, con los brazos en jarra miraba a Loewen, que acababa de dar la noticia. Y en un carguero de ese tamaño.
    
    —Salieron por el borde de la galaxia hacia en sector 25, —la sonrisa de Loewen evidenciaba la alegría que la embargaba. La suerte de los evacuados de Akhysar preocupaba a todos desde que se supo la noticia de su precipitada salida del santuario—. Han sacado lo que han podido del monasterio, libros, manuscritos, armas… y el Aro de Luz. El resto esta…
    
    —Eso puede ser importante… me refiero al Aro de Luz.
    
    —Eso creo yo también, pero de los manuscritos solo han podido sacar los más importantes, el resto, junto con un montón de obras de arte y objetos valiosos los han escondido en los sótanos del monasterio.
    
    —¿Has informado a Konark?
    
    —Es lo primero que he hecho. La reverenda madre de Akhysar quiere que todos nos reunamos con ella en Konark, incluido el presidente federal. Dice que es de vital importancia: tiene algo importante que anunciar.
    
    —¿Cuándo llegaran?
    
    —Dentro de cuatro días.
    
    —Informa al presidente y dile que nosotros estaremos allí.
    
    —A la orden.
    
    Un día antes de partir hacia Konark, una mano impetuosa despertó a Marisol. Sobresaltada se incorporó dejando al descubierto sus bonitos pechos.
    
    —¡Vamos, vamos, vamos! Levántate rápido, —Anahis tiró de ella sujetándola de un brazo y la hizo salir de la cama completamente desnuda. Cogió el uniforme que estaba sobre la silla y se ...
    ... lo tendió—. Vístete que es importante… ¡Anda! Estás depilada.
    
    —¡Claro que estoy depilada! —exclamó Marisol mirándose la zona genital—. ¿Qué te crees, que soy como las monjas de Konark? Entrenan desnudas porque no les hace falta ponerse nada con esos pelazos.
    
    —Yo no me depilo, —admitió Anahis con cierto rubor, un fenómeno curioso debido a la piel azul de los mandorianos.
    
    —¿Qué no te depilas? ¡No me jodas! todo el mundo se depila.
    
    —Yo no, y pensaba que los generales tampoco, —dijo Anahis con retintín.
    
    —No hables en plural, que por ahora solo hay un general… y se depila. Cuando tengamos un momento libre, hay que solucionar ese asunto, no puedes ir por la vida con el chocho lleno de pelos.
    
    —¿Por qué no? Siempre los he llevado.
    
    —¡Nada, nada! El chochito tiene que estar al aire, para que los tíos… o tías vean lo que tienes ahí.
    
    —No me interesan mucho los tíos… no he tenido buenas experiencias. Te follan como conejos faralianos y se ponen a jugar con la maquinita de los cojones.
    
    —¿Y las tías, te interesan?
    
    —No se, nunca he estado con una. Reconozco que siento curiosidad, —admitió Anahis—. ¡Joder! No me puedo creer que este hablando de estas cosas.
    
    —No te preocupes que soy una tumba, y en cuánto a tu problema con los pelos, ya buscaré un momento para “depilarte”.
    
    Entraron en la sala de trabajo, se dirigieron a la consola que ocupaba Opx y se sentaron a su lado.
    
    —¡Bueno! Decidme que ocurre tan importante, —y a continuación preguntó—. ¿Y por qué ...
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