1. Nunca quise ser artista pero a veces no hay opción


    Fecha: 05/01/2019, Categorías: Gays Autor: Lujan, Fuente: CuentoRelatos

    Sara y yo llevamos muchos años siendo nudistas. Siempre pensamos que nada de lo nuestro es tan especial, o tan vergonzoso, que deba ser ocultado. Y lo cierto es que el ambiente nudista suele ser cordial y agradable. Lamentablemente, estas comunidades tienden a ser escasas, y en ocasiones radicalmente fundamentalistas. No sería la primera vez que me han pedido quitarme el bañador en una tasca de playa en Francia, con el consiguiente pegamiento de culo a silla. Muy incómodo.
    
    Por eso nos gusta Almería. Es de lo más tranquilo y tolerante que hemos visto. Si quieres ir en bolas, vas en bolas hasta al supermercado. Y si quieres ir de ninja, vas de ninja. A nadie le importa. Que es como debiera ser.
    
    El verano pasado decidimos ir a pasar un par de semanas de vacaciones a uno de estos complejos almerienses y fue fantástico. Aunque con matices. El problema de sitios tan relajados es que te contagias y te distraes de las realidades del mundo en el que vivimos, y en un viernes cualquiera, el descuidero de turno nos distrajo la bolsa de playa. No es que se llevara una fortuna, pero dijimos adiós a eso de 70€, varias cremas protectoras, una botella de agua y, lo más importante, nuestras carteras con la documentación y tarjetas de crédito. Menos mal que dejamos los teléfonos cargando.
    
    Sí, ya lo sé, sólo se lleva una tarjeta de crédito y se deja la otra en casa o en la habitación del hotel, bajo llave. Bla Bla Bla. Pasó. Llamada al banco a cancelar y solicitar repuestos, denuncia a ...
    ... la policía para solicitar DNIs… lo típico. Por fortuna, el banco nos enviaría repuestos en 48 horas pero así las cosas, y en el principio del fin de semana, nos encontramos con 6€ en monedas varias. Colosal.
    
    Esa noche cenamos en el hotel y nos fuimos a la cama bastante enojados. Sobre todo yo, porque a eso de las 12.30, Sara se levanta y se va. Supongo que al local de intercambios que hay cerca del hotel. Es increíble que después de la tardecita que hemos tenido ella siga de humor.
    
    A la mañana siguiente me encuentro una nota de Sara citándome en la playa del hotel. Qué huevos tiene. En fin, no merece la pena cabrearse en vacaciones, y lo bueno del nudismo es que no hay que empacar demasiado. Aún es pronto, así que no me cuesta demasiado encontrarla.
    
    Sara es una mujer alta, rondando el 1.70, con cuerpo de gimnasio, morena de piel y pelo. No se puede decir que sea voluptuosa, pero sí que tiene todo lo que hay que tener, en medida justa. Y lo que no tiene en tamaño, lo compensa en turgencia, elasticidad y afición. Verla en la arena, con el pelo y el cuerpo mojado, y con el sol matinal jugando con las gotas sobre su cuerpo genera una reacción inmediata en mi anatomía. Y aunque el ambiente nudista es liberal, tampoco es decoroso pasearse por la playa con un empalme del quince.
    
    —Buenos días – le digo
    
    —Ah, hola. Anoche tuve una idea. Has visto el anuncio?
    
    —¿Idea? ¿Anuncio?
    
    —Sí, lo colgué en el tablero de la entrada del hotel. A lo mejor lo han quitado. También ...
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