1. La señora Ysabela y yo (1)


    Fecha: 15/12/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ojos.
    
    La naturaleza fue haciendo su parte y lentamente fuimos iniciando los movimientos coitales. Mi pene se deslizaba con suavidad, mientras ella soltaba una mezcla de gritos y gemidos, que con el aumento de la velocidad, incrementaban en volumen. A su vez, la temperatura iba en descontrolada subida.
    
    - Señora, ¿se encuentra bien?- pregunté inocente.
    
    - Sííííí... papito, tú no te detengas.- dijo a mi oído.
    
    - Pero, los vecinos pueden escuchar.- dije dudando.
    
    - Que me importan en este momento los vecinos.- replicó excitada. Tú dame nomás.
    
    No volví a decir nada, y seguí con mi labor, tal cual lo había pedido la señora Ysa. Nuestras lenguas se encontraron en más de una ocasión y yo no perdía el ritmo de mis embestidas profundas y recias.
    
    - ¡Cógeme, pequeño!- susurró la señora agitada. Es delicioso.
    
    - Sí, me gusta mucho.- respondí embistiendo con frenesí.
    
    El tiempo parecía detenido o éramos nosotros quienes escapábamos del mismo; sin embargo, eso no era obstáculo para detenernos, pues estábamos solos; y si había alguien que podría pararnos, pues en esos momentos se encontraba trabajando, y completamente ajeno a lo que ocurría en su casa.
    
    - Ay, que rico se siente, sigue papito, no te detengas.- susurró la señora con su voz de hembra arrecha. Si hasta siento que golpeas la entrada de mi útero.
    
    - Eso le quería decir pero no sabía cómo.- contesté algo turbado.
    
    - ¿Tú también lo sientes, pequeño?- preguntó curiosa.
    
    - Así es señora.- respondí sin ...
    ... parar mis arremetidas.
    
    - Ay, que inocente y lindo eres, mi niño.- dijo riendo.
    
    Un chasquido, producto del choque de nuestros sexos, me hacía saber el torrente de fluídos que emanaban de ella. Nos abrazamos más fuerte ante la inminente culminación del acto sexual. Las contracciones de su pared vaginal me hicieron soltar una copiosa lluvia de leche seminal que la inundaba por completo. Poco a poco mis caderas fueron disminuyendo su ritmo desbocado para sosegarse con la tibieza de su cuerpo.
    
    - Mi pequeño, ha sido lo más delicioso de mi vida.- dijo con el aliento entrecortado. Es una suerte que seas tan bueno para aparearte.
    
    - Gracias, señora Ysabela.- respondí aún ahogado.
    
    - Te portaste de las mil maravillas.- susurró besándome. Sabes, me gustaría volver a repetirlo.
    
    - Yo también.- contesté entusiasmado. Pero no hemos usado condón, ¡va a quedar embarazada!
    
    - Ay, mi pequeño, no te preocupes de eso que yo me cuido.- dijo segura.
    
    - Aya, es que no sabía eso.- respondí sonrojado.
    
    - Bueno, pues, entonces desde hoy somos amantes.- dijo frotando su nariz con la mía.
    
    - Como usted diga señora.- respondí con la emoción propia de un adolescente. Yo por mí lo haría todos los días.
    
    - Ja,ja,ja... mi pequeño, que lindo eres.- dijo mirándome tiernamente. Pero eso es difícil.
    
    - ¿Por qué?- pregunté curioso.
    
    - Pues, sería extraño para los vecinos que vengas a mi casa todos los días.- dijo explicando su punto de vista.
    
    La decepción se apoderaba de mí, y así fue ...