1. Masturbándome en la playa


    Fecha: 05/12/2018, Categorías: Masturbación Autor: Crystal69, Fuente: SexoSinTabues

    Este no es un relato meramente sexual, como para que ustedes puedan hacerse una paja… o háganla, que para gustos están colores. Un usuario que mantendré anónimo, de esta misma página, me pidió que hiciera un cuento de esto, porque le pareció que era una experiencia un tanto morbosa, así que… aquí la primera vez que me masturbé en la playa. No soy una chica que le guste exhibirse. Sí, me considero bonita. Tengo una buena autoestima actualmente, aunque durante el tiempo que transcurrió esta pequeña historia, yo tenía sólo catorce años y estaba en lo bueno de la pubertad, con todos esos cambios de mierda que ustedes ya tanto conocen, y si han leído mis relatos anteriores, sabrán que por aquellos años yo era una princesita sexual, pensando todos los días en que pronto podría dedicarme a comer las pollas de los novios que la vida me tuviera deparados, y toda clase de experiencias sexuales que mis precoces amigas de la secundaria habían metido en mi cabeza. A raíz del divorcio de mis padres, varios años atrás, y con los años pasando, mi madre entró en una etapa en la que se liberó de las ataduras de la culpa y decidió darse un renovado giro a su vida, antes de caer en el abismo de la vida hogareña y del trabajo. Para esto, empezó a probar experiencias nuevas. Invitaba a sus amigas a casa a beber tranquilamente algo de vino — mi madre adora esa bebida —, y platicaba con esas señoras sobre hombres, lo malos que eran algunos y lo bueno que era el sexo con otros. Yo escuchaba esas ...
    ... pláticas desde el pie de las escaleras, escondida y oyendo a mi propia madre sobre chupar vergas y el uso de consoladores para mujeres divorciadas. Y en efecto, a los pocos días de eso, mi madre se compró un consolador de baterías. Todavía lo tiene guardado, pensando que Clarisa y yo nunca lo vimos. Ingenua. — Ve a la playa y haz topless — le había dicho una amiga a mi madre —. Todavía estás en edad. — No seas mensa. Aquí no hay donde — replicó mamá. En ese entonces yo no sabía qué era topless ni nada por el estilo. Ni enterada estaba del todo sobre los campos nudistas o cosas así. El punto es que mi madre acabó, a raíz de esa noche, acordando en ir con sus amigas de viaje y llevarnos a mí y a mi hermanita, que por ese entonces contaba con doce años y ya estaba saliendo de niña y entrando a la pequeña pubertad. La recuerdo con gracia mirándose al espejo y contemplando maravillada como su culo iba tomando una forma más redonda y empezaba a medirse la altura en unas marcas que pintaba en la pared. Clari siempre quiso volverse mujercita, y ya comenzaba a cambiar los vestiditos por minifaldas, y sus piernas también empezaban a tornearse curvadas y ella se enorgullecía de ellas. Sus pantys también se habían hecho más pequeñas y ajustadas, pasando de los dibujitos a los colores oscuros. Así pues, cierto día de vacaciones de verano, mamá nos llevó a mí y a Clarisa a comprar trajes de baño. Yo, a los catorce, ya estaba algo desarrollada del busto, y maldita sea que no saqué las grandes ...
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