1. Sufro de fiebre sexual por falta de macho


    Fecha: 15/11/2018, Categorías: Voyerismo Primera Vez Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    «A una mujer asíhay que culearla», es lo que le viene a la mente al hombre que la está mirando. Ella es una mujer apenas entrada en sus veintes, quien se baña en las aguas del río del pueblo.La cascada, detrás de ella, suena tan fuerte que ni en cuenta ha tenido el aproximarse de aquel hombre quien está cercano a ella, viéndola bañarse. Él ya tiene una erección bajo su pantalón; una que le incomoda, no obstante, sabe que es muy probable que pueda saciar muy pronto sus necesidades de macho.Por su parte, la joven mujer se refresca en las cristalinas aguas de San Nicolás. No hace mucho que regresó y todavía no se aclimata al ya olvidado calor de estas tierras. Es por ello que se metió al río, a bañarse como cuando era niña. Así, a “ráiz”, tal cual Diosito santo la trajo al mundo.El hombre, quien ve con libidinosidad las voluptuosas curvas que hacen el cuerpo de la dama, ya la imagina tenerla bien empinada con ese tremendo culo apuntando al sol, listo para ser manoseado y penetrado por él.Mientras, los pensamientos de ella están muy lejos de ahí. Más en el tiempo que en la distancia:—Me gustas mucho Olivia —eso me decía el último chico que se interesó en mí.—A mí también me gustas Fernando —le respondí nerviosa.Ya me tenía abrazada y pegó más su cuerpo al mío. Estábamos en los lavaderos, detrás de la casa.—¿Te gustaría ser mi novia? —me preguntó Fernando.—Ya sabes que no puedo tener novio.—Pero si ya estás grande. Ya eres mayor de edad. Tienes la libertad de hacer lo que te ...
    ... venga en gana —me decía, mientras metía su barbilla entre mi cabello, buscando besar mi cuello.—Pues sí, pero... —él me interrumpió con un húmedo beso en los labios.Fernando enredó más su cuerpo con el mío y me empujó de tal manera que hizo que mis nalgas chocaran con uno de los lavaderos.Para ser sincera, no es que estuviera enamorada de aquel chico. Lo que pasa es que la carencia de hombre me hacía estar hambrienta de macho.—Estás bien buena —me decía con intensidad, al mismo tiempo que me acariciaba la cintura y, como yo me dejaba, sus manos bajaron hasta que se afianzaron de mis nalgas.—Mejor aquí le paramos —le dije pese a que ya traía la calentura a flor de piel.Fernando, sin embargo, se atrevió a meterme la mano bajo el vestido y alcanzó a tocarme la panocha, aunque aún sobre las pantaletas.—Pero si ya estás bien mojada —dijo con excitación.—No, no... ya —le decía, y no es que me hiciera del rogar, lo que pasa es que tenía un miedo muy bien fundado. Y no es que le tuviera miedo a perder mi virginidad. Pu´s al contrario. Ya me urgía.Aunque, como hasta ese momento no había dado rienda suelta a mi calentura, pensé: «¿Y si hoy sí me aviento?».Fue así que dejé que Fernando me alzara la parte baja de mi vestido dejándome descubierta hasta la cintura. Parece que ver mis muslos y caderas al desnudo lo prendió más, pues le vi un brillo particular en los ojos.Aún con las pantaletas puestas, él me dedeó. Nunca había recibido tal tratamiento así que fácilmente me sentí llevada a las ...
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