1. EL CULO DE MARCELA


    Fecha: 08/11/2018, Categorías: Jóvenes Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Marcela es una jovencita Guineana. Tiene 21 añitos y un cuerpo casi perfecto. Delgada, alta, culo y tetas redondos y firmes. Yo enviude hace diez años y la conocí a la salida de un cine. Enseguida congeniamos y volvimos a quedar para ir a cine otra vez.
    
    Al vivir sus padres en su país de origen, sus medios económicos eran muy limitados, así que yo me hacia cargo de los gastos de nuestras salidas con gusto. Al pasar los meses me dijo que sus padres estaban sin trabajo y no podía continuar sus estudios. Yo me ofrecí a alojarla en mi casa y pagar sus gastos. La alternativa era volverse o hacer la calle.
    
    Estaba claro que era lo que yo deseaba, pero nunca se lo pedí a cambio de mantenerla, porque todo habría sido forzado. Yo prefería que ella se decidiera por su cuenta. Y así fue. Un sábado que estábamos aburridos viendo la tele se recostó sobre mis piernas. De forma automática le puse la mano en la espalda y casi se adormeció. Si quería despertar algo en ella era el momento. Así que, muy suavemente, le acaricie la espalda muy despacio. Su camiseta no tenia mangas, así que su pecho estaba a la vista y al alcance de mi mano. No dude un instante. Si se negaba no perdía nada. Pero no se negó. Yo pensé que estaba dormida, pero no, estaba muy despierta. Con un dedo le rocé el pezón, y sentí como se estremecía. Yo tenía la polla dura como el acero. Me dolía de la presión. Pero ella no tardo en arreglarlo. Me abrió el pantalón y empezó a acariciarme muy despacio, solo con la ...
    ... mano.
    
    Yo estaba a punto de correrme, pero quise contenerme, le metí la mano debajo del pantalón de pijama y vi que no llevaba bragas. La muy jodida venia preparada. Así que le pase un dedo por la rajita del culo y se excito de forma exagerada. Me dio un apretón en la polla con la mano que casi le suelto toda la leche allí mismo. Nos incorporamos y nos quitamos la ropa. Así, de pie le puse la mano izquierda entre las piernas y le metí un dedo en el chochito sin pensarlo. Estaba chorreando, el dedo entro casi sin presión. Estaba claro que estaba excitada, a punto para todo. En ese momento quise hacer una prueba. Necesitaba saberlo. Sin decirle nada y sin sacar la mano de su coño le sacudí un azote en el culo con todas mis fuerzas. Su piel es negra como el azabache, pero la marca del culo se le puso roja como el fuego. Lo tuvo dolorido varios días. Su reacción fue inmediata. Dio un grito que se oyó en todo el vecindario, se le saltaron las lágrimas de dolor, pero yo sentí como su coño me apretaba la mano con fuerza de la contracción del orgasmo que acababa de tener casi sin darse cuenta.
    
    Me miro con un gesto de sorpresa y satisfacción. Aun le corrían las lágrimas por la cara, de hecho estaba llorando de dolor, pero ella sabia lo que acababa de pasar. Y no se avergonzaba. Se corría sintiendo dolor, pero no lo supo hasta ese momento. Su coño estaba tan dilatado que la podía haber penetrado en ese momento, pero quise esperar. Mientras lo acariciaba, le sacudí otro azote en el mismo ...
«12»