1. Compartir piso confinados


    Fecha: 27/04/2024, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi compañera de piso está muy buena. Rubia, menuda, con buenas tetas y un culo bien hecho. Alguna vez me he pajeado pensando en esas tetas. Por desgracia, desde que la conozco tiene una relación muy estable, aunque a distancia porque su novio viaja mucho por trabajo.
    
    Cuando nos confinaron, él estaba en su casa madrileña y no podían verse. Aunque eso nunca les había impedido hacer cibersexo. Creedme, los he oído más de una vez. Al principio era cómodo. Nada de madrugar para ir a trabajar. El teletrabajo dejaba mucho tiempo para ver series mientras trabajabas. También nos hizo conocernos más entre Alba y yo.
    
    Pero pasadas unas semanas, empezó a hacerse más duro. No poder ir por ahí a descargar la tensión sexual se empezó a hacer poco llevadero. Ver a Alba con sus pijamas, con sus shorts en cuanto empezó a hacer calorcillo, cada vez me llamaba más. No solía usar sujetador, así que los pezones me atraían tanto que me los miraba más que la tele. Claro que ella se daba cuenta, siempre saben cuándo las estamos desnudando con la mirada.
    
    Una noche que desencadenó todo fue su cibersexo más reciente. Habíamos estado tomando unas cervezas y nuestra conversación había estado un poco desinhibida. Me había explicado en qué lugares famosos había follado con su novio, a veces hasta en demasiado detalle. Algunos ligues de discoteca. Cómo le gusta que la follen. Yo estaba visiblemente empalmado, pero ella también estaba cachonda.
    
    Así que, cuando ya nos retiramos, yo pensaba pajearme ...
    ... como un animal. Lo que no esperaba era no necesitar ponerme algo de porno. Alba, quizá por la bebida, estaba especialmente inspirada y gritó como nunca.
    
    -¿Qué me vas a hacer? ¿Me vas a follar delante de todos? - decía entre jadeos -. ¡Rómpeme el coño con ese pollón!
    
    Yo, atento, no podía dejar de imaginar que la tenía debajo de mí. Mi paja primero fue lenta, quería gozarla con esos gemidos de guarra. Le pedía posiciones, le gritaba insultos, le explicaba hasta dónde se metía el consolador. Yo fui incrementando mi propio ritmo sin pensar y me corrí con un aullido. Que oyó, por supuesto, como me dijo después. Pero con esa paja no se fue toda mi excitación, así que seguí el espectáculo con mis manos ocupadas.
    
    Alba gemía como una perra en celo. Le decía que quería su polla en su boca, que quería una corrida hasta la garganta. Y luego tenía que reventarle con la polla como si no hubiera mañana. Cuando ella alcanzó su orgasmo, que duró lo suyo, yo volví a correrme con mucho gusto. Y muchas ganas de disfrutar de más que eso.
    
    El día siguiente ella me miraba con media sonrisa burlona. La muy puta había disfrutado de tener público.
    
    -Pareces contenta. ¿Qué tal la resaca? - le pregunté.
    
    -Bien, me la quité antes de dormir - sonriendo aún más.
    
    -Sí, algo oí - ella me miró sin reaccionar -. No es mal ejercicio.
    
    -Ya te digo. ¿Qué tal te fue?
    
    -Como nunca.
    
    Cada uno se conectó a lo suyo y solamente nos cruzamos al ir a buscar algo o al baño. Yo no dejaba de pensar en ...
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