1. No me sigas


    Fecha: 16/04/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    Marcela es rubia. Tiene una cara bonita, un talle espléndido y unas piernas bien torneadas y carnosas, diríase que mullidas. Marcela es mayor. No sé, quizá ronde ya la sesentena. No por ello es menos apetecible, sobre todo cuando luce falda corta y camiseta de tirantes. Me imagino que follo con ella y me empalmo en cuestión de segundos. A pesar de que la conozco desde hace años, me creo que desde siempre, nunca le he declarado mis intenciones respecto a llevármela a la cama. Hasta hoy. Marcela me ha mirado incrédula y ha aceptado. En estos momentos estamos follando: yo estoy sobre ella y me muevo con energía; mis caderas impulsan mi polla dentro del coño de Marcela; todo es calentura, compenetración. "Aahh, sí, sigue, más, más", gime ella con su cálida voz; "Oohh, Marcela, Marcela", grito yo a punto de correrme; "Aahh, aahh", chilla Marcela de placer. Mi semen inunda su coño y me desplomo sobre el cuerpo de Marcela, exhausto. "¿Te ha gustado?", me susurra Marcela al oído. Mi cabeza reposa junto a la suya sobre la almohada. "Sí, mucho, Marcela", murmuro casi sin respiración; "A mí también..., ¿por qué no me lo has pedido antes?", pregunta Marcela; "¿Qué?", repregunto; "Qué va a ser, follar conmigo". Puedo responder que su edad me infunde respeto, pero no es cierto. "Soy raro", respondo; y Marcela ríe.
    
    Nos levantamos de la cama. Completamente desnudos como estamos, nos besamos largamente y nos acariciamos. Una leve luz, la del atardecer, se cuela por una rendija del visillo ...
    ... opaco. "No te vas a enamorar de mí, ¿verdad?", dice Marcela. Pienso la respuesta. Digo: "No", aunque no estoy seguro. Tampoco soy tan joven: ella quizá me saque quince..., veinte años, nada. Y sigo soltero. Marcela se separa de mí y da unos pasos hacia el fondo de la habitación para recoger su ropa, que está sobre el respaldo de una silla. Me deleito viendo su carne expuesta a mis ojos. Inclina Marcela el tronco en un leve ángulo y sus tetas cruzan graciosas la atmósfera. "Tito", llama, "me tengo que ir, mi marido me espera para cenar"; "Lo sé". Se acerca a mí sólo con la falda puesta y me besa en los labios; después empuña mi polla. "Quiero otra vez", dice picarona, y se vuelve.
    
    "No, yo con mi marido ya no follo", le está diciendo Marcela a su amiga Inés por teléfono; "Mujer, ¿qué tienes, un amante?", le pregunta su amiga; "Bueno, algo así"; "Ja, ja, ja, Marcela, ay Marcelita..., y ¿quién es?"; "¿Te acuerdas de Tito?"; "No caigo"; "Ese que cuando niño se cayó en las aguas del puerto y casi se ahoga"; "Ah, sí, claro, lo rescatamos entre tú, yo y las demás que nos reuníamos en el bar del muelle"; "Ese"; "Pues está bueno, ¿sigue soltero?"; "Al parecer, sí": "Ese chaval era diferente".
    
    Marcela me chupa la polla con fruición. Parece que le va la vida en ello. Chupa y gime, chupa y gime. Está semitumbada en la cama, de costado. Yo, de rodillas frente a ella sobre el colchón, muevo la cintura al mismo ritmo que su cabeza: adelante, atrás, adelante, atrás..., ambos, a la vez. ...
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