1. Azotes, sexo y masturbación en familia


    Fecha: 22/03/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos

    ... esa irresponsabilidad te marca para siempre...
    
    - Perdón. - dije, por decir algo.
    
    - ¿Perdón? Tu que coños sabes de eso, no eres más que un mocoso irresponsable que no sabe ni pa’ dónde mea.
    
    Durante unos instantes se hizo el silencio.
    
    Espere que aquel hombre se hubiese desahogado a gusto y se fuese a la habitación a follar con su mujer.
    
    Estaba equivocado.
    
    En su cara se dibujó una sonrisa nerviosa que no pegaba para nada con su estado de excitación y enfado.
    
    - Te voy a dar tu merecido hijo.
    
    Y entonces, ante la incrédula mirada de los presentes, se quitó el cinturón doblándolo por la mitad.
    
    Instintivamente di dos pasos hacia atrás, alejándome de aquel tipo.
    
    - Bájate los pantalones y acércate.
    
    Mi pulso se aceleró al tiempo que mi cara se ruborizaba ante aquella orden.
    
    Di un paso más para atrás tropezando y haciendo caer una silla con gran estrépito.
    
    El aprovechó el momento para agarrarme por el brazo.
    
    - ¡Tú, ayúdame a sujetarlo! - dijo dirigiéndose a su hija.
    
    - Ya voy papá. - contestó la aludida levantándose de un salto y sujetando mi brazo.
    
    - ¿Le bajo los pantalones? - añadió
    
    - Sí, por favor.
    
    Mi hermanastra me desabrochó el botón, bajó la cremallera y tirando de la prenda me la bajo hasta los tobillos. Luego, sin perder el tiempo, hizo lo propio con mis calzoncillos dejándome con el culo y el pene al aire.
    
    Note su sonrisa burlona mientras se deleitaba contemplando mi trasero y mi pito.
    
    Todo sucedió rápido. Mi cuerpo ...
    ... inclinado sobre el sillón y el primer golpe de cinturón marcando mi piel.
    
    Escocía.
    
    Mi hermanastra me sujetó apoyando su pecho contra mi espalda, notando la tensión de mi cuerpo al recibir el segundo azote.
    
    Después, en rápida sucesión, cayeron cinco latigazos más.
    
    Grité e intenté huir hacia mi habitación, mi padrastro me persiguió y consiguió darme dos golpes más por el camino. Dentro del dormitorio intenté cerrar la puerta sin éxito.
    
    Mi padrastro entró armado con el cinturón.
    
    Un nuevo golpe en el muslo casi pilla mi pene.
    
    - ¿Estás loco? - dije.
    
    - ¿Túmbate en la cama boca abajo?
    
    Temblando, con las lágrimas a punto de aparecer, temeroso de ser golpeado por error en otra zona, obedecí tapando con las manos el rostro y tratando de contraer las nalgas.
    
    - ¿Puedo mirar? - se oyó la voz de Isabel por detrás.
    
    Nadie la respondió.
    
    Apreté el trasero sabiendo que el cuero estaba a punto de aterrizar sobre mis glúteos colorados.
    
    Los azotes no tardaron en llegar, azotes que me hicieron aullar.
    
    Cinco, seis, siete, ocho y entonces... la voz de mi madre, suave, tratando de calmar a aquel hombre.
    
    - Es suficiente cariño... relájate y vamos a la habitación.
    
    La puerta de mi dormitorio quedo entornada.
    
    Pronto llegó el sonido familiar del coito. El toro estaba bravo y probablemente estaba penetrando a mi madre desde atrás, con embestidas vigorosas que la ponían cachonda.
    
    - ¿Puedo pasar? - dijo mi hermanastra distrayéndome.
    
    - Traigo cremita. - ...