1. Azotes, sexo y masturbación en familia


    Fecha: 22/03/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos

    Me llamo Alberto y tengo 18 años. Me gusta el deporte y aunque no soy el empollón de la clase los estudios no se me dan mal. Sin embargo a veces soy terco y cuando se me mete algo en la cabeza no atiendo a razones.
    
    Vivo con mi madre, mi padrastro Antonio y su hija Isabel, que es cuatro años mayor que yo. La verdad es que la chavala no está mal y a veces he soñado con ella, los dos en una habitación, sin ropa, haciéndolo en plan salvaje.
    
    El marido de mi madre es un tipo fuerte de casi cincuenta tacos. A pesar de que le gusta beber cerveza y comer bien el condenado tiene una genética privilegiada y no saca tripa. No me cae muy bien, no es mi padre, pero reconozco que trata bien a mi madre y la hace disfrutar. Casi todas las noches tienen juerga privada, hay risas y sexo, mucho sexo. Los muelles de la cama chirrían sin descanso y los gemidos y jadeos atraviesan puertas.
    
    El martes volvía de la universidad conduciendo el coche familiar. La verdad es que no había pedido permiso para cogerlo, hacía poco que tenía carnet y vine algo más deprisa de lo habitual.
    
    No vi el coche que estaba aparcando y cuando quise reaccionar fue tarde y me lleve parte de la carrocería por delante. Por suerte ni la mujer que aparcaba el coche ni yo sufrimos daño alguno.
    
    Ya en casa, me armé de valor y conté todo. Sorprendentemente Antonio no se cabreó demasiado y actuó de manera civilizada. Habló con la mujer afectada, llamó al seguro y pidió cita con el taller.
    
    A la hora de la cena, mi ...
    ... madre, mi padrastro, mi hermanastra y yo nos sentamos a la mesa y comenzamos a comer en silencio. De pronto, casi al final, Antonio dio un puñetazo en la mesa.
    
    - ¡Eres imbécil! - espetó pillando a todo el mundo por sorpresa.
    
    Yo reaccioné cohibido, la voz me falló a media frase. Los nervios atenazaban mi estómago.
    
    Mi padrastro se levantó, eructó y comenzó a hablar de manera vehemente.
    
    - ¿Sabes a qué nombre está el coche? Al mío... ¿sabes quién paga el arreglo?
    
    - tú, Antonio. - dije levantándome.
    
    Mi padrastro me dio un tortazo en la mejilla derecha.
    
    Mi madre fue a decir algo pero calló y mi hermanastra sonrió. La muy zorra estaba disfrutando de aquello.
    
    De alguna manera, a pesar de la agresión, mantuve la cabeza firme. Podría haber montado un numerito y decir que me largaba de casa. Pero había dos razones que me impedían rebelarme. La primera era mi orgullo que a veces confundo con dignidad, a mis años no quería que me viesen como a un crío irresponsable. La segunda era práctica. Llamadlo cobardía o falta de iniciativa, pero el caso es que en ese momento no me venía nada bien eso de largarme de casa. Así que, con calma, aguardé en silencio, esperando que eso acabase ahí.
    
    Nada más lejos de la realidad. Mi padrastro se había tragado todo y ahora, simplemente, había explotado sin control.
    
    - No me jode el dinero, que le den por culo al dinero. ¿Sabes lo que me jode?
    
    Me jode que te podías haber hecho daño, que podías haberte cargado a alguien y eso, ...
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