1. La madre de un amigo


    Fecha: 07/01/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Hades, Fuente: CuentoRelatos

    Shelley es como un sol que inicia el crepúsculo, de un dorado claro y transparente. Su cabello es liso y mono, y sus ojos cafés son diáfanos y puros. Sus cuarenta años no se le notan en absoluto; parece de treinta y cinco años o un poco menos. Es casi imposible que pase desapercibida a la vista de cualquier hombre. Por supuesto, a mí tampoco me ha sido indiferente. De hecho, durante mucho tiempo estuve enamorado de ella en secreto. Nunca una mujer me había inspirado los sentimientos más puros ni los deseos más fuertes y salvajes que ella me inspiró. Hasta me masturbaba pensando en ella, yo que no tengo costumbre de hacerlo. Hablábamos mucho y me convertí para ella en una especie de confidente de sus penas. Cuando la veía o estaba cerca de ella me daban ganas de abrazarla y decirle que todo estaría bien, que no se preocupara por nada, yo me haría cargo de todo. Pero, por ser la madre de un amigo, y por ser testigo de algunas locuras mías me abstuve de revelarle mis sentimientos.
    
    Conozco a Shelley hace ya varios años, desde cuando empecé a entablar amistad con su hijo. Siempre me ha parecido una mujer ejemplar, digna de toda mi admiración, pues ha luchado mucho para salir adelante. Además de Keiner, tiene una hija menor llamada Leila; y a los dos ella los ha criado sola y sin la ayuda del que fue el primer amor de su vida, el padre de sus hijos, con el que compartió momentos de mucha tristeza. Fueron tantas las desdichas, los maltratos y las humillaciones, que un día casi ...
    ... fatal decidió separarse de él, y lo echó definitivamente de su vida.
    
    Pasado un tiempo conoció a Sebastián, un tipo claro, alto y delgado, que ahora tiene treinta y dos años, la misma edad mía, y comenzó a enamorarla. Al principio Shelley no había querido darle la oportunidad. No quería abrir su corazón ni a él ni a nadie, primero, por miedo a descuidar a sus hijos y al rechazo que ellos pudieran sentir hacia alguien que no fuera su papá, y segundo porque no quería sufrir como con el padre de sus hijos. Pero al cabo de un tiempo comenzó a gustarle Sebas y se dijo que tenía derecho de darse otra oportunidad. Lo aceptó como novio, pese a que era diez años mayor que él. Keiner no se opuso a la relación; Leila, en cambio, que era en ese entonces más pequeña, sí, porque guardaba la esperanza de que Shelley volviera un día con su padre. Ese día, sin embargo, nunca llegaría. Al final terminó entendiéndolo.
    
    Shelley, más que para llenar esa especie de vacío emocional que en muchas personas causa la ausencia del amor sentimental, o para saciar los deseos de la carne, necesitaba un hombre que la apoyara y la asistiera en sus momentos más difíciles. Sebas ha sido quien por años ha llenado ese vacío, quien ha saciado sus deseos carnales, quien la ha apoyado materialmente.
    
    Pero no todo es color de rosa. Desde hace un tiempo para acá, a Shelley la tiene aburrida la monotonía, la falta de visión de Sebas, su pobreza de espíritu. Me dice que por estar con él, por serle fiel a él, ha ...
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