1. Un nuevo horizonte


    Fecha: 23/09/2018, Categorías: Hetero Autor: sw123, Fuente: RelatosEróticos

    Lucía quedó mirando por la ventana de su humilde rancho como aquel hombre iba yéndose despacio por entre los álamos de la calle principal del poblado. Lágrimas le corrían por el rostro pero no entendía muy bien por qué. Al fin y al cabo, Don Pedro le había arrancado su primer orgasmo en años aún cuando ella jamás hubiera apostado un céntimo por el sexagenario de pene modesto y cuerpo enjuto.
    
    Ambos vivían en un paraje pobre de una provincia pobre, cada vecino del lugar se las rebuscaba sobreviviendo de lo poco que la tierra daba, de la generosidad en forma de leche que algunos animales le brindaban y de muy poco más.
    
    Pero para Lucía todo era más difícil; poco agraciada, de escaso temperamento y de casi nula rebeldía por su situación de pobreza, no veía otra salida para sobrevivir que doblegar su honor frente a la ayuda de dinero que mensualmente para ella gestionaba Don Pedro. Este buen señor, porque en el fondo no era mala persona, por esas cosas de la vida había conseguido administrar apoyos sociales estatales para algunos lugareños y una de sus elegidas había sido Lucía.
    
    En la primera semana de cada mes, Pedro visitaba a Lucía, le entregaba el dinero del plan social y aunque abrumado por la culpa de aprovecharse de esta mujer con poca brillo mental, la acariciaba íntimamente hasta que alguna extraña voz le reclamaba por la falta, quitaba sus manos del cuerpo de ella y partía hasta el mes siguiente.
    
    Este tipo de abusos es moneda corriente entre la gente de ...
    ... mala estirpe pero Pedro no se sentía formar parte de ese tipo de personas. Aún así, su hambre de sexo debido a la escasez de oferta en el ámbito en que se vida tenía lugar, más la ingenua facilidad y silencio que le otorgaba Lucía, eran suficientes argumentos para mitigar parcialmente sus deseos recorriéndola con sus manos durante algunos minutos al mes.
    
    Masturbándose, Don Pedro calmaba regularmente su sed. Pero esa tarde traspasó los límites que usualmente su moral le imponía. Con los remordimientos de siempre pero a la vez con una ebullición de hormonas desigual para su persona, esta vez sus manos no se detuvieron. Jugó con los pechos magros de Lucía mientras ella miraba hacia un costado como queriendo desentenderse de la situación.
    
    Luego sus manos bajaron al pubis de Lucía, se hicieron camino entre las piernas de ella, encontrándose con el paraiso velludo que le hizo adormecer su conciencia. Para ese momento, Lucía ya respiraba agitada y entrecerraba sus ojos, su mirada se perdía en la nada. El hombre no pudo más, extrajo su pija, bajó con torpeza los calzones de la mujer quien con su cola apenas apoyada en la mesita del comedor perdió la conciencia abriendo sus piernas. No sabía nada de como se jugaba este juego pero Don Pedro se arrimó tembloroso, es impuso y la penetró de una sola estocada.
    
    Habrán sido tres o cuatro minutos de bombeo, nadie lo sabe muy bien, pero de repente Lucía se vio envuelta en un magma eléctrico que le recorría su cuerpo, una experiencia ...
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