1. Mi ahijada Andrea. 2


    Fecha: 10/09/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... no te dolió. Seguro que disfrutarías más con algo más grueso. No tengo otra cosa. Una vez lo intenté con el vibrador de mi madre pero es demasiado grande. Ya buscaremos algo más delgado que puedas usar, le dije pensando en comprarle un vibrador anal. Me eché al lado de Andrea y me puse a acariciarla muy despacio y suave y mirándome con una dulzura exquisita, esbozó una sonrisa a la vez que se ponía de costado y yo, acomodándome detrás de ella la abracé por detrás pegándome a su espalda y me dediqué a darle besitos en la nuca y acariciarle los pechos mientras le decía lo bonita que era. Ella se adormeció mientras yo no dejaba de pensar en los acontecimientos que acababa de vivir. Aún no me creía lo que me estaba pasando. Jamás hubiera pensado que haría sexo con Andrea. No por ser la hija de mi pareja, sino porque para todos era una niña modelo, virtuosa y recatada. No se le conocían novios o amigos íntimos y estaba dedicada a sus estudios en cuerpo y alma, aunque estaba claro que detrás de la Andrea formalita y estudiosa se escondía otra “viciosilla” y morbosa que se moría por el sexo. Al cabo de una media hora Andrea salió de la somnolencia y me miró con una sonrisa preciosa. Le dije que era una dormilona y ella sonrió mientras se estiraba desperezándose. Le comenté que tenía que salir, que si quería venir conmigo y me dijo que sí, así que le di una palmadita en el culo y le dije que se duchara, tenía el pubis cubierto de semen seco mezclado con los pelillos, que después lo ...
    ... haría yo. Cuando estuvimos listos salimos a la calle. Ella llevaba un minúsculo short vaquero y una camiseta rosa y estaba para comérsela. Se la veía feliz. Estaba radiante, exultante y preciosa, y yo ya no la veía como a una niña. La chica que iba a mi lado era toda una mujer. Parecía que había perdido la timidez de golpe, pues aparentaba más seguridad en sí misma que muchas mujeres adultas. Me di cuenta que Andrea había pasado de niña a mujer en unas horas y que ella se sentía adulta, pues hacía cosas de adulto. Era como si al cruzarse con otras mujeres dijera: “yo ya soy mayor, también hago sexo como tú”. Para ella, hacer sexo con un hombre era haber traspasado el umbral de la adolescencia. Llegamos al estanco, pues tenía que comprar tabaco y mientras atendían a otros clientes, me entretuve en mirar los artículos expuestos. Me llamó la atención un expositor en el que había una gran variedad de cigarros puros y reparé en algunos que estaban en estuches individuales cilíndricos, metálicos y de cristal. No pude evitar relacionar esos estuches con la charla que tuve con Andrea referente al rotulador, así que busqué unos de cristal, que después resultó no ser cristal sino metacrilato, y me decidí por uno que no era demasiado grueso pero sí lo suficientemente largo. Cuando me tocó el turno, pedí mi tabaco junto con el cigarro puro y después de abonar el importe y avisar a Andrea que estaba entretenida mirando los expositores de tarjetas postales, salimos de nuevo a la calle. Le ...
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