1. El Peregrino Negro


    Fecha: 10/08/2018, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... forma.
    
    Una vez toda las herramientas en su punto, el hereje sordomudo, metió como pudo alguna bola de ébano en el culo, resistiéndose esta cuanto pidió, aunque yo a indicaciones de mi maestro la había cogido en bolandas para que no descubriese el engaño, cuando ya la monja porfiaba y boqueaba, no se si por dolor o por placer nos fuimos los dos a tierra, me abrí de piernas y volví a ponerla de rodillas ya con la frente pegada al suelo, el sordomudo seguía lamiendo y metiendo, y cuando ya la cosa estaba para romper, sentí que me tiraban del nabo y entraba en una cálida mazmorra, que hacía años ya que no cataba , la sensación fue deliciosa, verse allí cobijado, entrando y metiendo cuanta herramienta quise, la monja en cuanto sintió el mandurrio ensalibado dejose hacer, pero cuando vió y sintió que aquello no tenía fin, se resistía a tan honda tortura y se retorcía la condenada, no sabiendo yo si lo que quería era abandonar la cabalgada o que aún le metiera el resto que aún era importante. Debió ser esto último, pues se paró en seco, dándose cuenta del engaño, que una cosa era que al jardinero le hubiera venido el fervor de folleteo, pero otra cosa muy distinta era que la herramienta le hubiera crecido. Echó pues la mano por debajo la mística y tomóme las pelotas ya de buen tamaño, éstas al verse amasadas, sopesadas y sintiendo que un peligroso dedo rondaba mi esfinter, abríme cuanto pude y deje salir el pus del placer a borbotones entre los rizos del chocho y de mis cojones, ...
    ... a la vez que tiaraba del santo rosario y los aullidos de la freira, pronto fueron oídos por otras reverendas que al punto se presentaron.
    
    Creí que nos molerían con los palos que traían en las manos, pero al ver tanto badajo y relicario pringoso, se lanzaron al festín, y aunque la edad de lso ardores ya la habían pasado, por eso dejaron de lamer y enbadurnarse con los pringues de mi pollón y del manatial de su santa y sacificada reverenda. El sordomudo tuvo un trato muy especial, pues una de las freilas, cogiendo una ciruela se la iba masticando a la vez que se la iba dando a buchitos en propia boca al disminuido, en otros momentos dejaba la perfida caer unas gotas de la ciruela por entre las tetas ya alicaidas, pues los hábitos hacían ya minutos que habían ido por los aires, a toda vez que el muy cabrón de sordomudo, dejaba que la otra religiosa le mamara a modo de biberon de chupeta el bandurrio, cuestión que debía ser grata puesto que la moza no tenía dientes y mostraba una sonrosada encia muy propicia para los mandados del chupeteo.
    
    Yo ya descargado casi al completo, me relaje al tenor de los sorbeteos de la priora que no dejaba que nadie se acercara a mi instrumento, y que atesoraba como propio, tan intensos fueron sus trabajos de medir longitud y latitud, que de nuevo me vino la fuerza al bandurrio que dio dos saltitos para verse enterrado de nuevo entre las nalgas de la exigente madre abadesa, que apretaba cuanto podía mis nalgas para dar cumplida cabalgada de mi ...