1. El Peregrino Negro


    Fecha: 10/08/2018, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... propuse saber cuales eran sus ocupaciones.
    
    Aquella mañana, muy cercana ya la hora de la comida, estaban las monjitas en su diario retozo matutino dispersas por el el campo adyacente, cuando el sordomudo se ausentó de sus tareas, sin mucha excusa; una vez le ví alejarse hacía los viejos galpones del caballar, dejé mis tareas y me propuse seguirle para saber a que dedicaba tales momentos de asueto.
    
    Dejé pasar los minutos y muy lentamente me dejé caer por entre el tablizo del cobertizo y allí ví al sordomudo arrodillado sobre la peluda grupa de una monja, que tras un rubicundo culo lleno de pelos, estaba el sordomudo sorbiendo de aquel manantial divino que tenía la monjita por chocho y que con tanto fervor sorbía el sordo mudo.
    
    Tras la primera faena de limpidez de bajos, la rechoncha monja se subió los refajos hasta el mismo cogote, dejando unas redondas y bien formadas tetas, que enseguida empezó a frotar y lamer el hábil sordomudo, que no tardó en poner a la monjita hincada de rodillas rezando el enorme rosario de bolas de ébano, mientras bajo la grupa de la susodicha algo trajinaba que entre los retazos del hábito y de los calzones apenas si podía observar, en cuanto la freila se encomiaba al santo Cojonancio por el suplicio que iba a sufrir, sacó el sordomudo de la faltriquera un buen badajo, que tras darles con el unos refriegues y toletazos a la monja en la espalda, lubricó a base de escupitazos tan buen bastón, a la vez que con el resto de la ensalivada se la ...
    ... paso por la entrepierna a la monja que dió todo un respingo de placer.
    
    Seguía pues la freila encomendándose de rodillas a su santo patrono, cuando sintió el morcillazo del sordomudo, unos cuantos vaivenes a la vez que le rasgaba la espalda con el cilicio a la monja a la vez que tiraba del enorme rosario hacía atrás, era todo un trabajo que el sordomudo hacía a la superiora del Convento sin mucho énfasis, pese a los requerimientos de más ardor en el suplicio que le pedía la ardora freila. En pleno rifirafe , por la falta de aplicación del disminuido, éste me debió ver por el rabillo del ojo y llamó mi atención con el dedo para que sigilosamente me acercara hasta el lugar de a coyunta, echó aún más si cabe los hábitos de la monja sobre su cabeza dejando la grupa y su espalda al descubierto, del rojo chocho iba sacando las enormes bolas del rosario, que previamente le había ido insertando en los continuos vaivenes místicos en los cuales la religiosa se iba encomendando ante tanta tortura, sacó pues su exhausto badajo y tras darle unas refriegas en la espalda, me emplazó para que le sustituyera, la pobre religiosa con todo el refajo por encima, no sabía lo que se le venía encima, de hecho tras sacarle todas las bolas, dios sabe cuantas le cogían a la real hembra dentro el sordomudo tras agacharse y darle unas buenas lamidas al chocho se refociló en lenguetearle el ojete a capricho, mientras a mi desabotonaba la faltriquera y alternando en lamidas me ponía el cantimpalo en buena ...