1. Mi padre


    Fecha: 25/07/2017, Categorías: Masturbación Autor: DENYS PERVERSO, Fuente: CuentoRelatos

    La cuerda de mi zapato sé desató, y tuve que agacharme a sujetarla, siempre carecí de mi padre, y justo en ese momento, recordé que ni siquiera a amarrarme los zapatos me enseñó. No quisiera expresarme mal de él, por respeto a quien en verdad merece el título de padre. De todas formas, al carecer de él, el concepto que pueda tener carece de sustento. No tengo idea cómo se comporta un padre. He llegado hasta donde estoy, gracias a la bondad de un buen hombre, que siempre mostró cariño por mí. Nunca le agradeceré lo suficiente, mucho menos pagarle el montón de cosas que hizo por mí. Conozco a mi padre y tengo suficientes motivos para odiarlo. Él, también sabe quién soy, pero no le he causado ni curiosidad. Si la puta de Carmen, no hubiera abierto las patas. Yo no estaría soportando tanta miseria y coraje. Ella, también tenía la culpa de mis frustraciones. No sé por qué le tenía ley a mi padre. Él tenía a su mujer, en un caserón llena de comodidades. A ella solo la utilizaba para coger.
    
    Me dio coraje ver como nunca le dio su lugar, solo le aventaba unos pesos de vez en cuando. A mí ni siquiera volteaba a mirarme. Siempre vestido de negro de pies a cabeza. No sé de qué podía guardar luto, o solo era el gusto por ese tono. Era un infame.
    
    Esa noche llovía de una forma descomunal. Los relámpagos entraban a nuestro jacal iluminando como si fuera de día. Carmela dormía como si nada, temporal tras temporal y los rayos y truenos no le causaban molestia. Cada vez que eso pasaba, ...
    ... permanecía despierto lleno de pánico. Me estrechaba a ella y sus tetas se batían sobre mi cara. Ella acostumbraba dormir desnuda, de por sí, solo usaba blusa y falda. Había logrado ambientarme gracias a su cuerpo, mis pies, ya no parecían un par de peces congelados. La puerta del Jacal se abrió y la luz de un relámpago ilumino una figura demasiado conocida para mí.
    
    Sabía de qué se trataba, no era la primera vez. Se acercó al catre y me tomó con su puño de mi camisa. Y medio un empujón fuera del jacal. Llovía intensamente, en tan solo un minuto estaba empapado. Había demasiados agujeros en el jacal, Por donde podía mirar lo que Zacarías le hacía a mi madre. La misma luz de la tormenta eléctrica se empeñaba en mostrarme detalle a detalle la manera intensa en que desataban su pasión. Mi mente también jugaba conmigo, pues lo que no alcanzaba ver por la oscuridad lo imaginaba, y de esa manera me parecía ver la tranca de Zacarías desaparecer en las verijas de mi madre.
    
    Parecían dos animales en una copula salvaje. Carmela gemía sin preocuparse de mí, sin importarle que la fría lluvia pudiera enfermarme, en ese instante solo le importaba tener el trozó de Zacarías hasta el fondo de sus entrañas. Una vecina de mi madre. Aun en medio del aguacero, me retiro de mi observatorio.
    
    —ven muchacho no es bueno ver las pilladas de los adultos.
    
    Hoy en día me doy cuenta el daño que provocaron en mí. De no ser por esas noches de ardor de Zacarías, hubiese crecido como cualquier otro ...
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