1. El otro lado de la puerta


    Fecha: 24/07/2017, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... a ella. De a poco y por exclusiva iniciativa de ella, la tenía toda adentro.
    
    Se acostó sobre él y se dispuso a besarlo. Pero, para su asombro, él no abrió la boca para ella. Ya, un poco fastidiada, le dijo “¡No te preocupes, no voy a tener un orgasmo con vos! ¡Sólo quiero tu cariño!”. Pellizcó para que abriera la boca y mandó su lengua para adentro.
    
    Él seguía muy incómodo. No quería tocarla ni moverse. Así que se puso a hacerlo ella. Con algo de cuidado, logró que se fuera relajando, sin quitar la lengua de su boca, para no dejarle decir nada en contrario. El amor fue llegando, así de a poco.
    
    Después de un rato, ella empezaba a sentirse algo cansada, y nada sucedía. Extrañada, le preguntó “¿Cúanto te falta para acabar?” a lo que él dijo “Si no quieres acabar conmigo, ¿Porqué voy a hacerlo contigo?”. Ella se detuvo y se puso a reir. Le explicó que era anorgásmica, y por eso le había dicho eso, que no era que no quisiera. Pero que estaba fascinada, porque nunca jamás, jamás, un hombre había hecho eso por ella.
    
    Luego de eso, se hicieron muy amigos. Tenían algún encuentro ocasional, pero ella no se sentía una mujer infiel, porque era más bien un “complemento erótico”. Mantenían siempre esa regla del no orgasmo, así que era más bien como un juego. A ella le gustaba, entonces, intercambiar los roles sexuales. Hacerle a él lo que el marido le había hecho a ella.
    
    Además, ella tenía con él esa relación que otros habían tenido siempre con ella. Nunca había sentido su ...
    ... orgasmo. Sentía esa pequeña frustración de nunca haberlo hecho acabar, así como debían sentirse con ella. Pero lo de ella era anatómico. Él se estaba inhibiendo. Así que fantaseaba un poco con cruzarse algún día de la raya.
    
    En eso estaba, en la ducha, relajándose. Con extrañas ideas fluyendo en su mente. Haciéndose su debate interno de qué era el consentimiento y qué no.
    
    Porque él lo hacía con ella a conciencia, pero había un límite. Y ahí, una rara idea cruzó su mente. Ella sabía exactamente lo que quería hacer. Y con él y nadie más podría intentarlo.
    
    Entonces, fue a verlo. Le dijo que quería reproducir su primera vez, pero con él. En ese momento lo recordaba con extrema claridad. Cada gesto, cada movimiento. Lo acostó en la cama y empezó a desnudarse. Luego le fue quitando la ropa. Ella controlaba la situación, comenzó con el acto, penetrando solo parcialmente.
    
    Usaba sus bien entrenados músculos vaginales para ejercer mucha presión. Poco después, él le dijo “me estás haciendo doler”, a lo que ella respondió “Es lo que quiero, así fue mi primera vez, aguantate hasta el final”. Ella siguió y siguió, hasta qué el le dijo “ya no guanto, para”. Ella abrió los ojos, se detuvo y lo dijo con toda la crudeza del mundo “no, porque te estoy violando”. Lo abrazó muy fuerte, hundiendolo en ella y le dijo “ahora que lo sabes, eyacúlame como nunca lo has hecho”.
    
    En ese instante, ella tuvo su liberación. Por fin comprendía lo que le había sucedido. Fue como abrir una puerta que ...