1. Mi hermana Julia - 2


    Fecha: 14/07/2018, Categorías: Incesto Autor: ya1gor9di4si, Fuente: SexoSinTabues

    Aquella noche influyó mucho en el desarrollo posterior de mi vida cotidiana; ya no podía mirar a Julia sin recordar aquella magnífica visión de su cuerpo desnudo. Y no me refiero a que estuviera tan avergonzado que ya no me atreviese a mirarla a la cara; todo lo contrario. Lo mío no era vergüenza o remordimiento por considerar que había hecho algo malo; no. Para mí no existía maldad en mi viaje a su dormitorio, era: ¡¡¡simple y llanamente absoluta excitación!!! Cada vez que lo recordaba revivía en mi mente las imágenes de Julia, yacente en su cama, con todos sus encantos a la vista. Eso me hizo extremar mi cuidado y aguzar el ingenio para llegar más lejos. A partir de ese día, ver a Julia por casa implicaba fijarme en el tipo de sujetador que llevaba, -o que yo imaginaba que llevaba-, bajo sus camisetas; suponía también extasiarme con su hermoso trasero; ni grande ni pequeño; con el tamaño justo y ligeramente respingón. Siempre que coincidía con Julia en una escalera; en casa o en el insti, siempre subía detrás de ella, dejando un par de escalones de distancia para que mi vista quedase a la altura de sus glúteos. Intentaba adivinar, por las costuras que podía ver resaltadas en su pantalón, qué tipo de braguitas llevaba; imaginaba sus braguitas tanga metidas entre los preciosos labios de su vulva, mojándose por los flujos que se desprendían de su vagina, anticipo de mi satisfacción al olerlas antes de meterlas en la lavadora. Nunca antes me fijé tanto en mi hermana; el simple ...
    ... hecho de quitar la mesa y que se agacharse a coger un cubierto que se hubiera caído al suelo, era un acontecimiento, porque me permitía ver ese maravilloso canal que formaban sus dos preciosas tetas en el escote de su blusa. Atisbaba cualquier oportunidad para intentar ver algún centímetro más de su piel, sobre todo en aquellas zonas que me martirizaban. Mi imaginación me transportaba a ese mundo ideal, en que Julia sería solo para mí. Todo cambió a partir de aquella noche… y también mis planteamientos para lograr acceder a los favores sexuales de mi hermana. Pero no todos los cambios fueron positivos; no. También se despertó en mi interior una especie de Pepito Grillo. Sí; ese que personifica la conciencia y es compañero constante de Pinocho, y le reprocha sin cesar sus errores y malas acciones. Esta especie de remordimiento; de saber, por un lado, que quizá habría obrado mal y, por otro, que me era imposible dejar de pensar en seguir intentando ver a mi hermana desnuda, me mantuvo en lucha y desasosegado durante un par de semanas. Al final la carne venció; y eso que dicen que la carne es débil. Ya lo dice el refrán: tiran más dos tetas que dos carretas. Y qué tetas tenía Julia. Estaba completamente decidido a llevar mis intenciones lo más lejos posible. Tenía que haber una forma de dar a entender a mi hermana lo que yo estaba sintiendo por ella; las emociones que ella despertaba en mí; tenía llegar a acariciar sus tetas, chuparlas, poder correrme en ellas o sobre ellas. No ...
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