1. Transformando a mí esposa


    Fecha: 13/07/2018, Categorías: Hetero Autor: loboenamorado02, Fuente: CuentoRelatos

    Tengo más de 40 años, tengo al menos 10 kilos más de los que debería pesar, mi pelo se empieza a pintar de canas. El tamaño de mi sexo es normal, ya en acción recupera mucho más tamaño de lo que aparentaría.
    
    Karina es una mujer apetecible, capaz de excitar a cualquiera, hombres y he de decirlo que hasta a mujeres en ocasiones, tiene 28 años no es ni pequeña ni grande, sus tallas para mí son de una medida exacta y bien proporcionada, su cuerpo se sostiene en dos piernas muy bien formadas y definidas y la suavidad de su piel es especial sus muslos blancos y suaves hacen ver toda su piel suave y delicada, sus caderas muy bien dibujadas, sin exageraciones, en su vientre no puede descubrirse a simple vista el rastro de su maternidad, su pubis, apenas un pequeño triangulo exquisito dibujado entre sus piernas, anuncia la promesa de un buen sexo, de pechos pequeños, con sus aureolas rosadas y de respuesta fácil a las caricias, siempre dispuestos a endurecerse al menor contacto, sus manos son delicadas, suaves, expertas, un poco eficaces, capaces por sí de extraer placer de cualquier hombre.
    
    De pelo, negro, mujer feliz, pícara, inquieta e interesante con expresión permanente de estar mirando una película erótica, sus ojos y su boca denotan ganas de sexo.
    
    En la primera oportunidad me dio en forma morbosa, un beso apasionado y deseoso. Estaba igual de preciosa que el día que la conocí hábilmente desabotonaba ya mi pantalón para luego sentarme en un sillón, para tomar mi verga ...
    ... entre esas manos ya descritas y succionar mi verga dentro de su boca, mirándome de reojo alzando de en ratos la lujuriosa mirada de sus ojos para disfrutar de mis reacciones a sus ricas chupadas.
    
    Inevitablemente recordé aquel día cuando cegado por su belleza le puse la mirada encima y desistí de dejarla ir era ella una niña de apenas 20 años tierna y delicada con las ansias abiertas de comerse el mundo y el mundo las ganas de comérsela a ella así que decidí que yo sería su mundo y comencé a cortejarla con la inocencia que ella quería pero la dedicación de un hombre de mi edad, recuerdo su evolución de niña tímida a una mujer experta, y aun que ya atrevida aun temerosa, nerviosa de mirar en el espejo del cuarto de hotel la imagen de su propio cuerpo enlazado por el mío.
    
    El bello cambio de aquella mujer vergonzosa al entrar a aquella habitación en que sabía seria poseída, a la que hoy irradia erotismo al desnudar su panocha durante horas bajo sus ropas mientras estamos en algún lugar público para sabernos pervertidos, esa que ahora se desnuda para hacer las tareas de la casa porque sabe que me gusta que en los descuidos algún vecino fisgón la observe morboso de vez en cuando esa que se toca a escondidas para esconder que su panocha escurre de ganas por tener a otros hombres dentro de ella, a esa que en voz entre cortada por el deseo quiere, me pide que la deje ser mi puta y que me pide a veces a gritos que la coja como nadie lo haya hecho jamás.
    
    Seguía así ella chupando ...
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