1. La amiguita de mi hijo es una loba feroz


    Fecha: 12/07/2018, Categorías: Gays Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    La vida se va jalonando con recuerdos y vivencias, gratas y de las otras. De las otras, mejor olvidarse, de las gratas, algunas más caras a nuestros afectos van quedando como gota de miel sobre tantas otras cosas que nos amargan. Algunos aún hoy se muestran vívidos, con grato sabor, enriqueciendo la historia personal. Para gratificarme y despertar esas sensaciones del pasado no tan lejano, voy a compartirla con ustedes, esperando que lo disfruten tanto como yo.
    
    Mi hijo y sus compañeros se reunieron para organizar el tradicional viaje de fin de curso a Bariloche. No tuvieron mejor idea que venirse a casa, toda una tarde, varones y muchachas, hasta bien entrada la madrugada delineando proyectos e intercambiando opiniones acerca del futuro viaje que los despega a una importante etapa de sus vidas, para muchos una despedida de la permisiva adolescencia, casi todos están en la franja de la mayoría de edad, el despegue de la adolescencia para entrar en la categoría de responsable adultez.
    
    Llegada la hora de marcharse, ayudé en la devolución a sus hogares de las “niñas”, en realidad es una forma de decir, todas superaron recientemente los dieciocho años y algunas con formas rotundas, de belleza contundente capaces de hacer perder la cabeza al más pintado al perderse en la sinuosidad de las curvas de sus cuerpos jóvenes y ardientes. Yo me ocupé de tres, a cuál más apetecible, ni pensar en eso, traté de comportarme como una persona de otro planeta, luchaba fuertemente ...
    ... por no verlas como el fruto prohibido, de no hacer caso de la serpiente haciéndome ver donde no debía.
    
    Todas con el desenfado propio de la adolescencia y el “sex a peal” de quien quiere beber el mundo de un sorbo. La vestimenta del verano, top ajustado y mini, muy mini, mostrando más allá de lo prudente, no contribuía demasiado en calmar mi ánimo soliviantado por haber compartido buena parte de la tarde con ellas, menos mal que los muchachos no están como este veterano con intención de pegarles una revolcada para guardar en la memoria corporal.
    
    Estábamos por llegar a la casa de Claudia, la última en el delivery de restitución hogareño. Trigueña, todo picardía y sensualidad juvenil, toda ella emanaba un halo de tentación y pecado, de lujuria y voluptuosidad, haciendo trastabillar en mi responsable concepto de la prudencia y saltar el cerco de la impúdica sensualidad que consumía mis deseos más oscuros. Me pidió detener el auto, en una zona poco transitada, donde las sombras de previas a la nocturnidad nos ponían a cubierto de los ojos ajenos. Me miró, sin aviso previo, sin prevención, se colgó de mi cuello, la cara en sus manos y me zampó un besó, tan dulce como sorpresivo, con tanta pasión que necesitaría revolver un buen rato en mi memoria para poder compararlo con otros tan fogosos. Poco se esforzó para meter la lengua en mi boca. Me besó con intensidad, todos los condimentos de febril pasión se estaban expresando, liberando los efectos del cóctel de hormonas en ...
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