1. Lo disfrutamos


    Fecha: 13/02/2022, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Yo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Besar, lamer y chupar la sagrada feminidad de mi novia es un deleite. La enloquece cuando la penetro hasta el fondo de su culo. Es una bestia depravada y perversa. Cuando me descubrió sosteniendo relaciones sexuales con su hija, se enfureció; pero también se desató su más depravado apetito sexual. Se acercó a su hija y después de darle una brutal cachetada,,,, le dió el más tierno y apasionado beso que jamás yo haya visto; tal espectáculo me tenía congelado y a la vez muy excitado. Mi novia me tomó de la mano y me dirige hacia ellas. Cogimos cual bestias infernales en celo, tocando y saboreando cada centímetro de su esencia. Grande fue mi sorpresa cuando ambas diosas me confesaron que estaban embarazadas. Éramos una verdadera familia feliz. Mi ahora esposa me confesó que su hija es producto del amor incestuoso que en secreto tuvo con su propio padre. Hasta que el hombre falleció. Ahora que ella y su hija esperan un hijo mío, deseamos continuar con su sello de familia. Han pasado ya 17 años y mis hijas ya son todas unas mujeres muy atractivas. Cierto día, las jovencitas llegaron temprano del colegio y al no escuchar ni ver a nadie en casa, se dispusieron a ver televisión. Unos segundos después, ambas se percataron de ruidos ...
    ... raros en la habitación posterior a las escaleras y procedieron a investigar. Al abrir la puerta quedaron petrificadas por la impresionante escena que nunca antes habían visto. Trataron de irse lo más rápido que podían, pero sus nervios no se los permitieron. Las tomamos de las manos y les confesamos todo. Con caricias y besos se tranquilizaron y unos segundos después ya estaban completamente cambiadas de actitud. Entonces comenzó una de las más perversas, degeneradas y depravadas historias que se hayan contado. Las hijas que tuve con mi esposa y su hija, ahora eran mis hembras, nos queríamos y disfrutábamos en una orgía sagrada. Mi esposa y su hija nos dieron la orden de continuar con la tradición y hacer crecer la familia. Mi esposa y su hija cuidaban con tanto cariño y protegían con ahínco el embarazo de nuestras hijas, como si en sus entrañas se estuviera gestando el más hermoso y divino de los tesoros. Llegó el día y nuestras amadas hijas tuvieron unos hermosos y saludables mellizos. 
    Son lo mejor de cada uno de nosotros y lo saben, nunca les ocultamos absolutamente nada. 
    Saben que cuando llegue el día, ellos tendrán que formar su propia familia y así engendrar una nueva humanidad, dando continuidad a nuestra gran familia. 
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