1. La Babysitter


    Fecha: 04/02/2022, Categorías: Zoofilia Tus Relatos Autor: BeastAlex, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... pié de la letra lo de "siéntete como en tu casa". Así que destapé una botella de vino y me fumé un pito. Había llevado algo para cocinarme así que empecé a prepararme algo mientras ponía algo de música.  
    
    Fui a servir la comida a Hércules. Tiene un plato enorme, pero se lo devora en un minuto. De repente noto algo húmedo entre mis piernas, era Hércules que acababa de beber agua y no se le ocurrió mejor cosa que pasarme la lengua mojándome. Con esa tremenda lengua pareciera que me hubieran echado un vaso con agua. Lo reté –¡Mira cómo me dejaste! ¡Tengo los calzones todos mojados por tu culpa!– A él pareciera no importarle en lo absoluto y lo que quería ahora era su comida. Tuve que sacarme los calzones, en verdad era incómodo y total, estaba sola ¿Qué importa? Los dejé al sol y seguí cocinando mientras me tomaba mi segunda copa de vino. Hércules miraba cómo cocinaba esperando a que algo de eso fuera a parar a su estómago. Después del almuerzo me senté a reposar en el sillón. Hércules parece tener la misma costumbre todos los días a esa misma hora, así que lamía su verga mientras me miraba. Yo me acordaba del sueño y  lo miraba con otros ojos. Le miraba fijamente y observaba cómo se le agrandaba. Me estaba calentando –¡No Andrea, no! esto no es un sueño– así que traté de pensar en cualquier otra cosa. 
    
    Pasado un rato Hércules se levantó tranquilamente, de nuevo buscando que le acariciase su cabecita. La puso entre mis piernas como ayer. Con ese tremenda cabeza tenía ...
    ... que abrir bastante mis piernas. Hércules se levantó y metió su cabeza más adentro de mis piernas, curioseando. Fue ahí cuando recordé que no llevaba calzones, y él se dispuso a langüetearme. Le traté de hacer el quite apartando su cabeza –Oyeee ¡travieso!– le decía cariñosamente, pero él estaba decidido y mantenía su cabeza en la misma posición mientras me lamía –¡Oyeeee! ¡Oyeeee...– Los recuerdos del sueño volvieron y, aunque traté de resistirme por unos segundos, me dejé llevar y abrí con una mano mis labios para que me lamiera el clítoris –te gusta ¿cierto?–. Su lengua era grande y áspera, y su roce con mi clítoris era exquisito. Me recosté acercándome más al borde del sillón y abrí más mis piernas, recogiéndolas mientras la otra mano seguía en su cabeza, ahora no para acariciarlo sino para que siguiera comiéndome. Sus lengüetazos eran rápidos y me estaban calentando mucho. Estaba cerca de llegar a un orgasmo cuando paró, yo lo miraba esperando a que siguiera, pero rápidamente puso sus patas en el sillón, quedando su cabeza casi a la altura de la mía –¿Qué quieres?–. Lo rodeé con mis piernas y él, tensando y encogiendo su cuerpo empezó a tratar de penetrarme. En ese momento estaba tan caliente que no dude en  buscar su verga con mi mano. No la podía ver, pero sentía que estaba muy caliente. Él trataba de penetrarme pero yo me encontraba por debajo, así que donde estaba abrazándolo con mis piernas las usé para tratar de acercarlo hacia mí. Sus movimientos y su tamaño hacían ...