1. Un trío con mi jefe y su esposa


    Fecha: 24/05/2023, Categorías: Sexo en Grupo Autor: doctor_morbo, Fuente: CuentoRelatos

    ... prometiéndome que habría para mí también cuando de repente la sacó y un abundante chorro de semen bañó las nalgas turgentes de Maribel. Nos entendimos con una rápida mirada. Había aprendido a calentarme recibiendo toda su leche y me la lleve a la boca justo cuando disparaba la segunda descarga. González eyaculaba como un burro en época de apareamiento, en unos segundos me ahogó con su esperma. Me lo tragué y permanecimos unos instantes en esa posición.
    
    Se apartó y se tumbó exhausto sobre la cama. Maribel había desaparecido así que, sin nada mejor que hacer y la verga de González aún dura, me acomodé para chupársela un rato más, saboreando las últimas gotitas que escapaban desganadas. Con los ojos cerrados, disfrutaba sus estremecimientos, sus gruñidos de placer.
    
    –Sos una puta golosa, ¿lo sabías? Estaba seguro de que esto te iba a gustar.
    
    Y sí, me había gustado. Se lo confirmé mamándosela hasta que, a pesar de las palpitaciones que me hacían pensar en una segunda acabada, comenzó a ablandársele. Lo liberé cuando Maribel se tendió a mi lado. González se perdió en dirección al baño, lo oí silbar mientras se lavaba, buscar algo en la cocina y prendía el televisor.
    
    –¿Qué te pareció?
    
    Sonrió, sonreímos. Creo que mi cara lo decía todo. Se cubrió hasta la cintura con la sábana y comenzó a masajearse con suavidad los pechos, a jugar con los pezones, estirarlos hasta que estuvieron erguidos como timbres de una casa de putas.
    
    Me incliné y le lamí el pezón derecho, era ...
    ... chico pero estaba muy duro. Lo rodeaba con mi lengua, lo envolvía en saliva, me abandoné a la música de sus gemidos suaves, a la distensión de sus músculos. Deslicé una mano bajo la sábana, su entrepierna estaba húmeda. Introduje un dedo, jugué con su clítoris, lo masajee, lo froté con la yema del dedo mayor. Alcé la cabeza y mis labios encontraron los suyos, nos besamos, bebí el aliento caliente de sus gemidos mientras nuestras lenguas peleaban su propia batalla.
    
    –¡Me toca hacer de maestra!
    
    Me acosté en medio de la cama y se ubicó entre mis piernas.
    
    –Mmmm. La que nunca lo había hecho está toda mojadita. ¡Mirá vos qué bonito!
    
    Me acarició el clítoris, me estremecí como si una corriente eléctrica me hubiera atravesado entera. Pasó su lengua caliente por la vulva antes de introducirla en el interior de mi vagina, lamía los labios mayores, la movía en pinceladas dentro de mi concha, sentía que me iba a derretir, succionaba el clítoris, tiraba de él. Exhalé un largo gemido cuando me introdujo el primer dedo y casi deliré de placer cuando metió el segundo. Lo metía y los sacaba sin dejar de lamer el clítoris, era delicioso. La tomé por la cabeza y apreté, no quería dejarla escapar. Sentía que me debía un orgasmo y esa deuda fue saldada enseguida. Una corriente caliente hizo que estallara en un orgasmo violento, exquisito. Quedé agotada, una profunda sensación de satisfacción me recorría vibrante.
    
    –Espero que estés a la altura, te toca.
    
    Se tendió y me ubiqué entre ...