1. Espectro sexual


    Fecha: 15/05/2023, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    —Dime Almu, ¿tú has oído lo que se cuenta de la casa de los Araujo? —preguntó Diego a su amiga.
    
    Almudena se lo quedó mirando sin saber muy bien que decir. El chaval había soltado la cuestión con una naturalidad que llegaba a resultar aterradora. Allí, liándose un porro que se pretendía fumar y le preguntaba que si sabía algo de aquel horroroso sitio.
    
    —Pues lo que dice todo el mundo, una casa encantada llena de fantasmas —contestó un poco alterada—. Vamos, las típicas chorradas que te sueltan para meterte miedo y que no puedas dormir por las noches.
    
    Diego la escuchó con completa placidez mientras le daba una profunda calada al porro. Tras aspirar el embriagador aroma, se lo pasó a Almudena. Al principio, ella se mostró reacia a coger el canuto, pero, al final, lo tomó entre sus dedos índice y corazón para chuparlo. Enseguida, sus pulmones se llenaron del abotargado humo. Le sentó un poco mal, ya que ella no solía fumar, aunque prefirió no quejarse de ello.
    
    —¿Y tú te lo crees? —fue lo siguiente que le preguntó.
    
    La chica se mantuvo algo pensativa. Había oído las historias, como todos, pero no creía en esa clase de tonterías. Sin embargo, no podía negar que los escabrosos detalles dados sobre aquella casa la inquietaban mucho. Siempre tuvo un miedo atroz a los fantasmas.
    
    —¡Si te acabo de decir que son chorradas! —expresó aireada la joven.
    
    Su amigo la miró muy impresionado y ella le pasó el porro para que le diese otra calada. Mientras tomaba el cigarro y ...
    ... se lo colocaba en la boca para respirar otro poco del relajante humo, no pudo evitar sonreír de forma un tanto bobalicona.
    
    —Entonces, ¿no tendrías ningún problema para acompañarme en Halloween a la casa?
    
    Cuando lo escuchó, a Almudena se le pusieron los pelos de punta. Miró a su colega, quien ya llevaba un buen cuelgue pues el porro que se estaba fumando era ya el tercero.
    
    —¿Debes estar de coña? —dijo incrédula.
    
    —Para nada —respondió Diego, dejando salir estelas de humo de su boca.
    
    La chica respiró profundo. Si había algo que no deseaba hacer jamás en su vida, era ir a una casa abandonada en la noche de los muertos. No ya por el tema de los fantasmas, sino más bien por lo peligroso que podía ser el lugar. Viejo y abandonado, podrían sufrir un accidente, sin contar con que en la casa pudiera haber alguien más. Eso sí que le daba miedo de verdad.
    
    —Mira tío, yo no sé qué rondará por esa casa —comenzó a decir la muchacha algo temerosa—, pero ir de noche por allí es muy peligroso. Podríamos sufrir un accidente o que alguien nos sorprendiese.
    
    —Vamos, que no eres más que una cagada —sentenció Diego mientras daba otra buena calada al porro.
    
    Le repateó que aquel chaval fuera tan imbécil. En verdad, no tenía ni idea de por qué eran amigos. Bueno, sí que lo sabía. Diego era el único que no pretendía follársela. Tenía claro que le molaba al chaval, pero al ser tan reservado (o más bien, cagueta), no se atrevía nunca a pedirle salir. Tampoco le importaba. No le ...
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