1. Dos orgasmos en uno


    Fecha: 24/06/2018, Categorías: Anal Autor: Poison Girl, Fuente: CuentoRelatos

    Entré a la librería, puse mi atención en un pequeño libro, lo compré y me senté en la cafetería para hojearlo. Te vi llegar, alto, imponente, con tu cabello rizado y tras unos lentes unos hermosos ojos verdes que hacía que no pasaras desapercibido.
    
    Mientras tomaba mi café te seguí con la mirada, vi tus labios tentadores, tus manos grandes, vi tu trasero, vi tu bulto, ese que de inmediato me invitó a pecar. Nuestros ojos se toparon, te sonreí, te pusiste rojo y bajaste la mirada, me alegré de ir vestida para la ocasión; mi vestido negro escotado, peligrosamente corto, acompañado por unas medias y unas botas altas, me sentía hermosa, lista para llevarte a mi cama.
    
    Me miraste de nuevo, esta vez me incliné un poco para que vieras mi escote, el pequeño sofá donde estaba sentada fue perfecto para que con un movimiento felino cruzara la pierna y poder dejarte ver un poco más de la cuenta, esta vez no volteaste la mirada, tus ojos se instalaron en mis piernas, en mi liguero, en mis nalgas. Sentí de inmediato humedad en mi tanga, necesitaba hablarte, necesitaba hacerte mío.
    
    Me levanté, me acerqué a ti, te sonreí y pregunté tu nombre. Tartamudeando pronunciaste David. Te pedí que te sentaras conmigo, obedeciste de inmediato, mientras estabas frente a mi hice lo imposible para que vieras mi cuerpo, ese cuerpo que estaba listo y totalmente dispuesto a entregarse a ti. Después de una hora estabas tan caliente como yo, con vergüenza en tu cara me pediste acompañarte a tu ...
    ... casa.
    
    Abordamos el metro, en el, sentía la mirada lasciva de varios hombres, pero no me importaba, yo solo quería complacer a uno... a ti. El vagón se llenó lo que me obligó a pegar mi cuerpo con el tuyo, tu dulce olor, tu calor, tu verga dura tan cerca de mí me excitaron tanto que no pude evitar besarte, toda la gente nos miraba, tus besos apasionados, tus manos en mis nalgas, mis pechos turgentes apretados contra ti, todo hacía que aumentara mi deseo.
    
    Al fin llegamos a tu pequeño departamento, me senté en la cama, miraste mi escote y me pediste liberar mis enormes pechos, de inmediato pusiste tus labios en mis pezones, tus manos los apretaban mágicamente, solo podía gemir. Después desabrochaste tu pantalón, una verga grande y dura estaba en mi cara, tan deliciosa como la imaginé. La puse en mi boca, lamida tras lamida mi excitación crecía. Tu bestial verga lastimaba mi garganta, hacía que mis ojos derramaran lágrimas.
    
    No pude contenerme más y te rogué que me cogieras, me quité la tanga, ahora solo vestía mis medias, mi liguero y mis botas de tacón de aguja. Me puse de perrito, me embestiste con tanta fuerza que grité como nunca antes, tu verga partía en dos mi vagina, llegaba hasta el fondo, jalaste mi pelo y un orgasmo demencial llegó a mí, sentí como mi fluido empapaba tu verga, era tiempo de retribuir semejante hazaña.
    
    Me incorporé, ahora estaba de rodillas frente a ti, contemplando ese pene enorme, mojado, sin pensarlo lo metí a mi boca, sentí como palpitaba, ...
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