1. La ladronzuela


    Fecha: 05/04/2023, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Tengo un pequeño supermercado en una barriada del extrarradio de una gran ciudad. Lo regento yo sólo porque el negocio no me permite tener empleados a mi cargo. Estos últimos años, con la dichosa crisis, la gente está pasando muchas penalidades y yo lo he comprobado en mi negocio puesto que, semana tras semana aumentan los pequeños robos que hace la gente en mi negocio.
    
    Cansado de esta situación instalé un circuito cerrado de televisión que me permite controlar todos los rincones de la tienda estando yo en la caja. Así pues, desde ese momento me fue mucho más sencillo controlar la situación.
    
    Ya al segundo día de tener instalado el dispositivo cuál fue mi sorpresa cuando una vecina, Marisa, a la que conozco desde hace muchos años, aprovechando un rinconcito en el final de la tienda, vi como introducía bajo los leggins dos sobres de jamón. Enseguida pensé que podía sacar partido de tales actos y mi mente calenturienta se puso en marcha; la iba a chantajear para gozar de ella.
    
    Inmediatamente procedí a grabar la filmación y cuando vino a caja a pagar por el resto de compras que había realizado no le hice comentario alguno. Comprendí que necesitaba más pruebas para conseguir de lo que pretendía.
    
    Marisa siempre me había gustado mucho, es lo que se puede definir como una mujer exuberante. Tiene 34 años, rubia, dos hijos y su marido es camionero por lo que pasa muchas temporadas fuera de casa. Siempre me había atraído mucho porque es el tipo de mujer que me gusta; no ...
    ... muy alta, buenas tetas, culona y siempre va vestida marcando sus impresionantes curvas. Otro detalle que me había gustado de ella es que seguramente tenía que ser bastante peludita puesto que el vello se le apreciaba en brazos, partes del rostro y en algunas ocasiones en verano le había visto sus axilas peludas. La de pajas que me he hecho pensando en su cuerpazo. Y se acercaba mi momento.
    
    Al día siguiente volvió Marisa a mi tienda y tras charlar unos minutos de cosas intrascendentes y aprovechando que había entrado más gente en la tienda se puso a comprar. Yo no le sacaba el ojo a través de la tele y, para mi regocijo, otra vez se situó en el rinconcito y ese día cogido un par de sobre de salmón ahumado que nuevamente introdujo bajo la falda que llevaba ese día, seguramente dentro de su ropa interior.
    
    Ya tenía otra prueba en mi poder. Ahora sólo faltaba el momento para sacarle el máximo rendimiento a estos hechos.
    
    Pasaron un par de días en que Marisa no acudió a mi tienda, al tercero lo hizo pero no robó nada puesto que la tienda estaba muy llena de gente.
    
    Yo ya empezaba a desesperarme y a pensar que había perdido la oportunidad de beneficiarme a tal espécimen de mujer.
    
    Pero por fin llegó mi momento. Marisa se acercó a mi tienda cunado estaba a punto de cerrar al mediodía. Me saludó y se dirigió a comparar cosas, yo me hice el despistado como si arreglase albaranes en la caja y encendí el sistema de grabación. Marisa, aprovechando que yo estaba muy ocupado ...
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