1. ¡Lléname el coño de leche, papá, llénamelo!


    Fecha: 24/03/2023, Categorías: Incesto Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    Esta es la historia de una joven que se casó a los diecinueve años embarazada y que llevaba una vida de perros. Se llamaba Agustina, y era una chica morena de ojos grandes color avellana, sus labios eran carnosos, su nariz chiquita, su cara redonda, su cabello negro y espeso le llegaba a la cintura. No era ni alta ni baja, estaba rellena, sin estar gorda, sus tetas eran grandes, su culo un señor culo, su cintura inexistente y sus caderas anchas.
    
    El marido se llamaba Rosendo, cuando se casaran tenía veinticinco años y era un mujeriego empedernido, lo que dice a las claras que no la atendía, bueno, sí, la atendía para insultarla y echarle las culpas de sus males.
    
    Su suegro se llamaba Pedro, tenía cuarenta y cinco años, era de estatura mediana, moreno y estaba aún de buen ver. Una tarde cuando Pedro fue a casa de su nuera a coger una escalera la encontró en bata de casa sentada en un sillón del salón dándole el pecho a su nieto. Ver la leche bajar por la teta hizo que su polla se pusiera tiesa y le hizo un tremendo bulto en el pantalón. Se sentó en otro sillón y Agustina, que le había visto el bulto, le dijo:
    
    -Vete, Pedro.
    
    -¿No me preguntas que vengo a buscar?
    
    -No hace falta, cada vez que sabes que tu hijo no está en casa vienes a lo mismo.
    
    -Hoy venía a buscar una escalera, pero...
    
    -Pero viste lo que no debías y se te puso dura. ¡Vete, coño!
    
    A Pedro le llegaba el olor de la leche materna y no era cuestión de abandonar a las primeras de cambio. Le ...
    ... dijo:
    
    -Tienes una teta preciosa. ¿La otra es igual de hermosa?
    
    Sus palabras violentaron a Agustina.
    
    -¡No tienes vergüenza!
    
    Pedro tenía la cara bien dura, ya que le dijo:
    
    -No, no tengo. ¿Se te moja el coño mientras mama el niño?
    
    -¿Por qué me haces esto?
    
    -Porque estás muy rica.
    
    Lo miró, y le dijo:
    
    -Se lo voy a decir a tu hijo. Le voy a decir que me acosas.
    
    -No creo, si se lo fueras a decir ya se lo hubieras dicho -sacó la polla empalmada y comenzó a menearla delante de su nuera-. ¿Te gusta?
    
    Agustina mirando cómo la cabeza de la polla aparecía y desaparecía debajo de la piel, le respondió:
    
    -¡Qué haces, cabrón!
    
    -Deja que me corra mirando para ti.
    
    Agustina estaba realmente enfadada.
    
    -¡¿Cómo te atreves a masturbarte delante de mí?!
    
    -Es para ver si te caliento.
    
    -Estás loco. Calentarme tú a mí. No me hagas reír. Guarda esa cosa.
    
    -¿Qué te apuestas que si miras cómo me la pelo acabas corriéndote en mi boca?
    
    -¡¿Yo?! Yo nunca haría tal cosa. Si tuviera cien euros los apostaba.
    
    Pedro ya la tenía donde quería.
    
    -Si pierdo te doy cien euros, si gano y te corres en mi boca no me tienes que dar nada, me conformo con conocer el sabor de una corrida de tu coño.
    
    -Trato hecho.
    
    Pedro recostado en el sillón siguió meneando la polla. Sabía casi a ciencia cierta que ese día iba a mojar, y lo sabía porque si Agustina no tuviera ganas ni cien euros ni hostias, se hubiera ido a su habitación. Le preguntó:
    
    -¿Te tiene bien atendida mi ...
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