1. Carla y su aventura en una nueva ciudad


    Fecha: 23/03/2023, Categorías: Infidelidad Autor: sumisatada, Fuente: CuentoRelatos

    Carla se había mudado a una nueva ciudad, a sus 26 años, una nueva oportunidad laboral le hizo tomar la decisión de marcharse y comenzar una relación a distancia con su pareja. La falta de sexo y la emoción ante una vida nueva en un lugar desconocido, pronto hicieron aflorar sus fantasías más perversas.
    
    Físicamente, Carla era una joven con una belleza un tanto exótica; pelirroja, piel blanquita y pecosa en el rostro, labios rosas y carnosos, ojos verdes y ligeramente rasgados… De estatura media, su cuerpo hacia babear a todo el que la veía: piernas delgadas y firmes; un culito redondo y respingón que hipnotizaba y unas tetas naturales muy bien puestas, redonditas, con un escote espectacular y unos pezoncitos rosados que le encantaba marcar bajo sus tops para que todas las miradas se perdieran en ellos…
    
    A Carla le encantaba sentirse deseada a todas horas, tenía una sensibilidad sexual muy especial, por no decir que era una cachonda. Le encantaba andar por la calle sin ropa interior para que cada uno de sus pasos hiciera rozar sus labios vaginales, a la par que sus pezones se erizaban…
    
    Despertaba miradas lascivas toda ella: su cara continúa de excitación, el movimiento de sus tetas con sus pezones marcados y ese contoneo de caderas que hacía que las cabezas se giraran y las miradas se quedaran atrapadas en su culo. Le ponía cachonda y le encantaba sentir como su coñito ardía y se empapaba, sabiendo que había tanta polla erecta deseando follarla, incluso sabiendo que ...
    ... provocaba que el coño de otras mujeres se mojara tanto como el de ella.
    
    Cada día llegaba excitada como una perra a casa y devoraba la polla de su novio hasta dejarla seca, de lo cual él estaba encantado. Sabía que su novia era una guarra a la que le encantaba zorrear con todo el mundo, pero le compensaban las tremendas folladas que le pegaba a diario. Habían llegado a un acuerdo: ella podía empalmar todas las pollas y clítoris que le vinieran en gana, pero la única que se follaría sería la suya.
    
    Ahora, con su novio lejos, todo era más difícil. Seguía saliendo a la calle dispuesta a levantar pasiones, pero al llegar a casa toda mojada no tenía quien le saciara.
    
    El segundo día en su nueva casa, Carla volvía de dar un paseo por las tiendas del centro. Llevaba un pantalón corto y ceñido por arriba del ombligo que le marcaba todo su culito, que asomaba por debajo, y hasta su coño. Arriba llevaba un top blanco de tirantes que abarcaba lo justito para tapar sus tetas y dejar bien marcados sus pezones.
    
    Subiendo en el ascensor coincidió con un hombre muy atractivo, de alrededor de 40 años, vestía una camisa, americana y vaqueros; era alto y se notaba que hacia deporte; su imagen imponía y era lo que le faltaba a Carla para llegar a casa desesperada por un orgasmo. Ella no le dirigió la palabra, pero su cara no podía ocultar lo cachonda que le ponía y cayó en su habitual zorreo de miradas.
    
    Él tomó la iniciativa y le preguntó si se había mudado al piso de enfrente, ya que ...
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