1. Memorias inolvidables (Cap 9): Comprometidos hasta la muerte


    Fecha: 22/03/2023, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Llegó el domingo. Llegó también mi padre. Le estábamos esperando Eduardo y yo. Eduardo se adelantó a saludarlo y mi padre le dio dos besos propios de un padre a un hijo. Me acerqué yo, le di un fuerte abrazo, me besó con dos besos igual de padre a hijo. Me puse feliz. Creo que fue la vez que mi padre me abrazó y me besó con total y absoluta aceptación. Repito que me puse muy feliz. No habíamos cruzado palabras entre nosotros, solo sonrisas y besos.
    
    Apareció el tío Onésimo y mamá Emerenciana, saludaron a mi padre como si fueran sus hermanos, besos y abrazos. Ese día supe de verdad lo que estimaban a mi padre y lo que mi padre los quería. Nos sentamos los seis para conversar, todos esperábamos las nuevas de mi padre. Tampoco se habían cruzado palabras entre ellos, solo mamá Emerenciana había dicho algo muy tímidamente, no sé quien lo podría haber escuchado, yo, al menos, no escuché nada, pero debió ser cosa buena. Lo primero que dijo mi padre fue:
    
    — No podía esperar noticia mejor de esta casa.
    
    — ¿Qué te parece lo que han decidido los chicos?, preguntó tío Onésimo.
    
    — Les ayudaremos en todo, en sus estudios, en su vida, en lo que necesiten y a iniciar una vida digna que ellos elijan, —dijo mi padre para mi mayor sorpresa.
    
    — ¿Qué pensará Angustias?, —preguntó con cierta timidez mamá Emerenciana.
    
    — Angustias que se las pase todas ellas solita, los chicos han de vivir su vida, uno, cinco, veinte o más años, qué se yo, pero es la vida de ellos, estoy seguro que ...
    ... se van a amar hasta la muerte…, ¿qué es mi vida ahora, Emerenciana?, ¿qué es, sino un infierno? Este hijo mío, mi Ismael y esta familia vuestra sois mi familia, los demás están echando a perder lo que con tantos años y sudor yo he construido. Yo sé que Ismael es el único de mi casa que me quiere, yo tenía que estar aquí y darle un aval de conformidad, lo necesita y lo merece.
    
    Eduardo me besó sin ningún recato. Y mi padre, mirándonos, añadió:
    
    — Haceos felices uno al otro…, si es lo único que importa…, ¿de qué sirve todo nuestro trabajo y preocupación por las cosas si no nos hacen felices?, quereos muchos, hijos míos, quereos…, quereos…, —y como si se le apagara la voz quedó mirándonos con una sonrisa recargada de inmenso cariño.
    
    Me levanté, abracé a mi padre, lo llené de besos y descubrí sus lágrimas. No eran de pena, sino de alegría. Salieron los niños, corrieron a abrazar a mi padre y a besarlo y para cada uno tenía alguna cosa en sus bolsillos. Los besaba como si fueran suyos, los amaba, lo amaban. Se puso de pie y se acercó a tío Onésimo, lo abrazó y se salieron a la calle a pasear unos minutos. No tardaron mucho. Mi padre vino transfigurado, con la cara llena de felicidad. llegó José, se lo presentamos a todos como buen amigo nuestro y acomodados en los tres coches nos fuimos todos al restaurante.
    
    Nos habíamos vestido todos muy elegantes. Quitados de los niños y mamá Emerenciana todos íbamos con traje. Eduardo y yo estrenábamos camisa y corbata michi, ambas ...
«1234...8»