1. Una chica punk en una aldea


    Fecha: 22/03/2023, Categorías: Incesto Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    En los setenta en algunas aldeas gallegas la mayoría de los viejos no sabían leer ni escribir, sus hijos, poco o nada y los nietos, salvo en contadas ocasiones, lo que sabían era trabajar, con esto lo que quiero decir es que había mucha ignorancia. Creían en las brujas, en los hombres lobo, o sea, que imagínate tú en una aldea de estas, de poco más de cincuenta habitantes que llegue una joven flaca, de un metro cincuenta y seis de estatura, con la cabeza rapada por los lados, con los pelos de punta, los labios pintados de negro, una camiseta negra con una calavera blanca pintada en ella, un aro en la nariz, pantalón de cuero negro y botas a juego. Si a eso le añades que estaba empezando a anochecer. ¡Hasta los perros desaparecieron de los caminos!
    
    Esta joven era nieta de señora Luisa, apodada la Torcida y venía desde Irlanda a darle una visita a su abuela. Lo que le dio fue un susto de muerte, tanto que al verla en la puerta de la casa la Torcida, que era una mujer de sesenta años, morena, que vestía de luto y tenía el pelo recogido en un moño, cayó desmayada en el piso de cemento de la casa. Su primo Javier, que era un joven muy guapo, de pelo negro rizado, moreno, de casi un metro ochenta de estatura, un bicho de 120 kilos, al ver a su abuela tirada en el piso cogió una horquilla de quitar el estiércol de las cuadras y se fue a por ella.
    
    -¡Tuuusa, biiicha!
    
    La joven, reculando, le dijo:
    
    -¡¿Qué haces, primo?! ¡Soy Tomasa, la hija de tu tía Asunción! La de ...
    ... Irlanda. La que le tirabas de los pelos. ¿Te acuerdas?
    
    -¡A mí no me engañas, bruja!
    
    Javier siguió con su embestida. Si la muchacha no da un salto hacia un lado la ensarta. Tuvo que tirar de ingenio.
    
    -¡Tira con la horquilla o te convierto en sapo!
    
    Javier tiró con la horquilla y acojonado se arrimó a la pared. La joven se había hecho con el control de la situación.
    
    -Ayuda a la abuela y no me enfades.
    
    Javier cogió en brazos a su abuela y la llevó a la cama. Al ponerla en ella despertó, miró para Tomasa y se persignó.
    
    -¿Quién eres?
    
    -Tu nieta Tomasa.
    
    -¿Vienes del infierno?
    
    -No, de Lodonderry, no es el infierno, pero se le parece mucho.
    
    Tuvo que dar mil y una explicaciones, pero al final los convenció de quien era, aunque a la abuela no le cuadraban las cuentas, y le preguntó:
    
    -¿Y la maleta?
    
    -Seguro que anda en algún aeropuerto.
    
    Se la habían perdido, pero como no se lo dijo, quedaron mirando para ella, después se miraron entre ellos y le dieron a la cabeza. Si perdiera la maleta muy lista no era. La abuela le preguntó:
    
    -¿Tienes hambre, irlandesiña?
    
    -Sí, me comería un elefante.
    
    A la abuela ya no le cupo duda, a su nieta le faltaba un tornillo, o dos. Le dijo:
    
    -Elefante no tenemos, pero vas a comer hasta reventar.
    
    Al rato la vieja sacó de la tartera una fuente de cocido con repollo, pollo, chorizos, tocino, panceta, morro, costilla, oreja, carne de ternera y patatas. Javier fue por el vino tinto a la bodega y volvió con una jarra de ...
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