1. Un piercing en la boca


    Fecha: 14/03/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Hoy hace tres años que me he convertido en el juguete sexual de mi Ama Laura. Desde entonces tengo mi pene encerrado en una jaula, en un pequeño cinturón de castidad de metacrilato. No hay piedad para mi miembro: solo sale de su encierro una vez a la semana, cuando mi Dueña me ducha con agua semicongelada, para impedir toda posibilidad de excitación. Ah, y me olvidaba; también me ordeña una vez al trimestre, pero me ordeña de manera que yo no pueda tener el más mínimo placer. Para ello, me pone a cuatro patas encima de su cama e introduce sus expertos dedos enguantados en mi culo y masajea mi próstata diestramente y, apenas tocando mi miembro lo imprescindible, consigue que mi leche salga sin apenas yo darme cuenta, sin ningún placer por mi parte; la excitación sigue, pero ya no hay nada dentro de mí. Y así cada tres meses soy sometido a esta práctica que me mantiene ansioso y deseperado por lechar, en constante excitación mental.
    
    Mi Ama me ha dejado bien claro que jamás volveré a usar o a disfrutar de mi aparato mientras permanezca a su servicio (dice que cuando ya no le sirva, intentará regalarme a alguna de sus amigas); dice que el único miembro que puedo usar con ella es mi lengua. Dice que mi lengua es mi nuevo miembro, mi único miembro útil para ella. Con él se da placer durante horas y horas. A veces me ata las manos y me coloca acostado en su cama y se sienta encima, mientras yo tengo que moverla hasta la extenuación para darle placer; sus orgamos le vienen ...
    ... periódica y repetidamente durante todo ese tiempo y, a cambio, yo soy totalmente ignorado, pero si en algún momento me canso de tener mi lengua fuera, se enfada y tira cruelmente de los piercings que tengo en mis pezones y, para evitar que me los arranque de cuajo, me resigno a sacar de nuevo la lengua y continúo dándole hasta la extenuación ese placer que ella no parece cansarse de tener una y otra vez.
    
    En otras ocasiones, simplemente se recuesta en el sofá mientras ve la tele o lee algún libro y escucha música clásica, mientras yo me arrodillo delante de ella y lamo tiernamente su clítoris durante también largos periodos de tiempo. Esta es mi postura preferida, porque en esa posición no me exige una regularidad en mis caricias; se deja llevar por el ritmo que yo libremente le doy a mi miembro, al único miembro que me queda ya: la lengua. Ella se abandona a los placeres que reciben todos sus sentidos.
    
    Alguna vez se ha planteado seriamente la posibilidad de que su esclavo sea castrado; pero dice que de esa manera quizá yo pueda todavía obtener algún tipo de excitación si se decide por quitarme el cinturón de castidad; por ello, sus amigas le proponen la alternativa de hacerme una emasculación, con lo que ya no existiría ese problema. Yo, ¿qué quieren que les diga?, tengo miedo de perder mis partes de manera definitiva; prefiero seguir recibiendo esas duchas inmisericordes que me dejan todo el cuerpo amoratado y tiritando durante horas, ya que ella no permite que me seque, pues ...
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