1. Bendito fútbol 3


    Fecha: 10/03/2023, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... y se apresuró a ponerse en marcha y acercarse a mí. Yo les ofrecía una bandeja con sus bebidas favoritas y David tomó una invitando a sus amigos con naturalidad a hacer lo mismo.
    
    - D – Chicos, coged vuestros vasos y sentaos –les ordenó David.
    
    Ellos lo hicieron sin dejar de mirarme y se sentaron maquinalmente. Yo me acerqué con la bandeja vacía hasta la mesa baja y tomé otra con los aperitivos que había preparado. Al realizarlo, yo me había situado dando la espalda a los chicos y doblándome por la cintura dándoles a los chicos una visión perfecta de mis piernas y mi culo.
    
    A continuación les ofrecí la bandeja con los aperitivos y de manera robótica cogieron un canapé cada uno. Dejé la bandeja y me senté con toda naturalidad cruzando las piernas. El motivo del bloqueo que tenían no era otro que yo vestía un top ajustado sin sujetador y zapatos de tacón. Nada más, ni falda ni braguitas. Lo que se suele llamar bottomless.
    
    ¿Por qué lo he hice? Como un reto personal. Es cierto que en casa y para mi marido me gusta estar en ropa interior, casi desnuda. Desnuda del todo no porque así estoy más sugerente y atractiva para mi hombre. David no me quita ojo de encima y me gusta.
    
    Pero fuera de mi casa y de mi marido soy muy recatada, demasiado, y no me gusta. Soy una mujer caliente a la que le gusta disfrutar del sexo y eso no casa con ser tan “mojigata”. Quiero ser más audaz y ¿qué mejor que ser un poco exhibicionista? Me dije que el primer paso era mostrarme a los hombres ...
    ... con los que había tenido sexo, los amigos de mi marido. No olvidemos que en el segundo encuentro sexual ellos no me habían visto la cara (el culo sí, jajaja) Ni siquiera había querido verlos y eso era una muestra de mi vergüenza compulsiva que había que combatir.
    
    Con toda naturalidad me puse a charlar con ellos de cosas sin importancia, fútbol, cine… para quitar hierro a la situación. Estaba nerviosa y me costaba, pero David me seguía la conversación implicando a los chicos que poco a poco se iban soltando.
    
    Yo no podía quitarme de la cabeza “Eva, ¡estás desnuda! ¡Te están viendo el potorro”. Y era verdad, no había ninguna prenda que se interpusiera entre sus ojos y mi sexo. Bueno, sí, mis piernas cruzadas, pero si las tenía separadas eso sería demasiado obsceno, ¿no? Decidí y me obligué a levantarme y coger una cerveza. La única forma de vencer la vergüenza era llevarla al extremo, al menos poco a poco.
    
    Cogí la cerveza y me quedé de pie frente a ellos y seguí la conversación. Nadie comentaba mi desnudez pero ellos fijaban sus ojos con frecuencia en mi sexo.
    
    Pasados unos minutos logré sentirme medianamente tranquila y decidí dar un paso más en mi liberación de la vergüenza. Tomé aire, y lentamente me senté en una silla frente a ellos y la espalda en el respaldo… ¡con las piernas abiertas!
    
    Uf, aquello era muy fuerte para mí. Estaba frente a dos hombres que no eran mi marido, sin bragas y mostrándoles completamente mi vagina. Nunca había hecho algo así, me notaba ...
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