1. La magia


    Fecha: 23/02/2023, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... por nuestras cinturas, riendo y con la sensación de ser dueños de la calle...
    
    Yo tenía las llaves de entrada al alojamiento. Una vez que las abrí y dejé las llaves en su sitio, íbamos a escribir otra página llena de pasión.
    
    No pasó ni un segundo, cuando ya estábamos besándonos apasionadamente. Un lametón en su cuello, dio paso a que le quitase la camiseta de ACDC que llevaba puesta y descurbí sus hermosos pechos. Ella mientras jadeaba, me abrazaba, me acariciaba el pene por encima del pantalón.
    
    Nos tiramos en la cama y tomé las riendas de la situación: se tumbó boca arriba y fui lamiendo cada centrímetro de su troco: el cuello, los pechos, su abdomen... Decidí quitarla el sujetador y centrarme en sus pechos. Muy ricos. Empecé a lamérselos y el ver cómo se estimulaban, me daba más energía. Sentía sus manos que me tiraban del pelo con una fuerza brutal.
    
    Llegué hasta la parte de debajo de su ombligo. Le desabroché el botón del pantalón, y sin titubeos, se lo quité. No perdí tiempo e hice lo propio con su tanga. Marta estaba súper excitada, muy mojada. No paraba de jadear. Sin pensarlo, comencé a besar sus muslos, unos segundos, hasta que ya mi lengua se perdía entre su vagina y sus gemidos y su respiración no paraban de acelerarse. Mi lengua hacía círculos, jugaba con su clítoris, en una escena en el que parecíamos unos amantes conocidos.
    
    Ella se corrió con lo que decidió que quería hacer tocar el cielo. Me pidió que me quitara la camiseta y me tumbara. ...
    ... Obedecí, como no podía ser de otra manera. Empezó a besarme por mi cuerpo, poniéndome el corazón a mil por hora. Su lengua recorría de arriba a abajo todo mi tronco, subiendo ocasionalmente hasta mi boca, mientras yo acariciaba su cuello. Hasta que me bajó los pantalones y los calzoncillos... todo a la vez.
    
    Mi erección era brutal, así que ella comenzó a lamer mi pene con suavidad. Su lengua recorría toda mi polla. Lo hacía de maravilla. Mis gemidos iban en aumento. Yo no podía: me iba a correr. Por ello, decidí que era momento de penetrar y de disfrutar un poco más.
    
    Sin cruzar cuatro palabras, ella se sentó sobre mi polla gruesa. Comenzó a cabalgar mientras yo juagaba con mi lengua y sus pechos. Tenía una mano agarrándola su culo, mientras que con la otra me ayudaba para excitarla sus pechos.
    
    Ambos hacíamos para que la otra persona disfrutara. Marta gemía y se volvió a correr. Aproveché ese momento para pedirla que se pusiera a cuatro patas; Marta accedió y empecé a darle embestidas, mientras que agarraba fuertemente sus pechos y ella no dejaba de gemir; el volumen de sus gemidos iba en progresión, hasta que se volvió a correr.
    
    Yo estaba a punto de terminar. Seguí penetrándola variando el ritmo y jugando con mis dedos en su ano. Ella estaba gozando, así me lo hacía saber.
    
    En ese momento me iba a correr. Marta lo sabía, lo notó. En ese momento, le pregunté:
    
    - ¿Dónde quieres que me corra?
    
    Ella girándose y mirándome, señaló su boca.
    
    Esa señal. Esa mirada tan ...