Mi nuevo esclavo (Cap. 5): Grupo de esclavas - Relatos Eróticos

Mi nuevo esclavo (Cap. 5): Grupo de esclavas

Comuniqué a la perra que su incrementar el número de esclavas había sido aprobado, por tanto ella tendría que ponerse en contacto con sus amigas que considerara más aptas teniendo en cuenta el nivel de calidad que debe darse a mis exigencias; ella solo respondió “Sí mi Señora sus deseos son mis órdenes”.

Apenas terminó de realizar sus tareas matutinas obligadas como preparar mi desayuno dejo brillando como espejo la cocina y enseguida. Antes que se retirara a la caza de sus amigas y yo pudiera amansarlas para de manera inmediata tenerlas eficientemente a mis pies le pregunté un aproximado de las edades que sus amigas, la perra me dijo que no tuviera pendiente ya que las chicas que ella me había comentado las más jóvenes eran entre 18 y 20 aún solteras y las casadas que no les estaba yendo bien como máximo su edad era de unos 25 años lo cual hará más sencillo el amansamiento.

Pocas horas después la perra regresaba con una selección de sus amigas más manipulables, las solteras no tuvieron problema en mudarse de casa ya que dejarían de cubrir todos sus gastos y por el lado de las casadas algunas en ese instante preferían estar solas y el resto no tuvo problemas en comenzar una nueva vida alejadas de los patanes con los cuales vivían su infierno privado.

Ellas ignoraban cómo sería su nuevo estilo de vida, pero tampoco se iban a enterar de su futuro hasta que ya estuvieran acostumbradas estando rendidas a mis pies y que por cierto mi esclava iba a ser mi ayudante en ...

... ese adiestramiento, ya que usaré el mismo el mismo método con el que fue entrenada mi actual perra, la cual sigue creyendo que es más valorada a mi servicio.

Lo primero que hice fue darles la bienvenida para que se sintieran cómodas, no sospecharan y fueran agradecidas, empecé diciendo que desde ese momento sintieran como en su casa pero con la oportunidad de tener una nueva y diferente vida. Ellas cortésmente me agradecieron haberlas acogido sin antes conocerlas, les respondí que me bastaba ser amigas de mi esclava para desear ayudarlas a superar tu torturada vida; lo que sí les dije que para estar ahí tendrían que cooperar en las tareas domésticas, ellas respondieron que no habría ningún problema en eso y que era lo mínimo que podían hacer correspondiendo a mi gentileza.

Una vez que las condiciones fueron aceptadas ordené a mi esclava que llevara a sus amigas al closet donde se guarda la jarcería, de inmediato cada una de ellas eligió lo que decidieron para dar comienzo en la limpieza de su nuevo lugar de residencia. Algunas trapearon la cocina, otras barrieron la estancia, otras la limpieza de los baños, en fin cada una se abocó a una tarea diferente.

Mi perra mientras hacían el aseo doméstico les fue explicando cómo es que era la vida bajo mi mando, les dijo que ella en su casa se sentía totalmente valorada ya que gracias a su señora se sentía verdaderamente útil, sus amigas en plena charla le confesaron que algunas de ellas se sentían también ignoradas por sus ...