1. De cómo isabel vino a mi vida


    Fecha: 12/12/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... hacia los tres años de conocernos, éramos los dos más que amigos, amiguísimos del alma; fue ella quien entronizó una costumbre entre nosotros que hizo solera al trocarse en norma generalizada de cada visita que yo hacía a la consuta, y no olvidemos que, eso, acudir a su consulta, se hizo, casi desde nuestro mismo primer día, en algo bisemanal; vamos, que semana sí, semana no, allí estaba yo, en su consulta, como un pasmarote. También desde el principio, las citas las establecíamos a la última hora de la mañana, para yo poder trabajar lo más posible… Así, hasta que un día me propuso aparecer por la consulta no a la una-una y media, que era lo habitual, y aún a veces, al acabar conmigo, todavía le quedaban pacientes que atender, sino a las dos, dos de la tarde ya pasadas incluso, cuando, seguro, no le quedaba paciente alguno por atender… Vamos, que hasta día hubo que me esperó en consulta, sin orse a casa, hasta más pasadas que por llegar las dos y media de la tarde… Aunque, sin faltar tampoco, en tales casos, un ligero rapapolvo.
    
    En fin, que cada consulta comenzó a acabar en algo así como tertulia o charla entre amigos que, en verdad, se aprecian y se encuentran a gusto, bien, conversando, hablado y hablando juntos, de nada en particular, naderías, nimiedades que maldito el interés que en sí tenían, pero que nos permitía estar juntos, disfrutando los dos de una compañía que cada día, casi cada minuto, se nos hacía más y más deseable
    
    Así, hasta fuimos entrando en asuntos ...
    ... mucho más personales, más íntimos: Esos que sólo al amigo más íntimo, leal y fiable, confías. Aquellas, digamos, sobremesas tras la consuta, se iniciaron en el mismo despacho de ella, o sala de consulta, Isabel en su sillón, yo en la butaquilla de paciente, con la mesa de despacho entre medias, pero pronto, y a iniciativa de ella, tale ratos de mutuo asueto los trasladamos al bar de en frente, algo así como híbrido de taberna de pueblo/barrio y bar-cervecería, con tapas de cocina caliente… En fin que, al través de días y más días, semanas y más semanas, meses, que alguno pasó, esa caña de cerveza con patatas bravas, oreja a la plancha, callos a la madrileña, etc., etc., etc., y luego cada mochuelo a comer donde Dios le dé a entender, la cosa paso a pedir, en ese mismo bar-taberna-cervecería, el plato del día, comiendo pues juntos tales días bisemanales de consulta
    
    Y con la confianza acrecentándose más y más entre nosotros de las charlas más menos intranscendentes pasamos a conversaciones más serias confiándonos intimidades de nuestras vidas. De mí, poco pude hablarle: Por circunstancias de la vida, sucesivos fallecimientos de mis mayores, paternos y paternos, remedando una canción de hace ya años, diré que estaba “soltero y solo en la vida”; de ella supe que era una católica, apostólica y romana muy creyente y practicante además, de esas católicas y tal que ni por equivocación se pierden la misa dominical. También supe que ella había sido, era, mujer de un solo hombre, su ...
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