Ama Sandra (Cap. 11) - Relatos Eróticos

Ama Sandra (Cap. 11)

Los lame botas condujeron a los esclavos de nuevo ingreso para mostrarles el Reino pero esta vez no era una visita cordialmente guiada, esta vez los llevaban para mostrarles donde es que iban a dormir aunque ya ellos tenían una ligera idea de donde sería su lugar de descanso y donde serían metidos. Se les asignó un collar que los distinguía como esclavos de mantenimiento del Reino, ya fuera para cambiar un tubo, un bombillo, cortar un cable de corriente o el césped. Se les dejó en claro que su horario diario de trabajo era de 16 horas y que la hora de comer era solo por la noche una vez cumplidas todas sus obligaciones. Los nuevos perros estaban perdidos ya que su collar no permitía la más leve alteración en el ritmo cardiaco, ya que de sentir el más leve cambio despedía un corrientazo que dejaba bien claro al esclavo cuál era su lugar y donde debía y tenía que estar su lealtad

En el caso de las nuevas esclavas se les enseñó donde serían ubicadas sus jaulas, ya que estaban en otra sección muy aparte de donde dormirían los perros, se les asignó el collar correspondiente que las distinguía como esclavas de limpieza general del Reino, se les enseñó donde era almacenada la jarcería, sin embargo ahí era muy distinta al no tener el soporte correspondiente. Las escobas solo se encontraban únicamente los cepillos, al igual que los trapeadores solo tenían las jergas obligando a las perras a cumplir todas y cada una de sus tareas arrodilladas, dejándoles en claro que su horario ...

... era también de 16 horas continuas y que el único descanso era al momento de comer poco antes de dirigirse a sus jaulas que ya tenían el gusto de haber conocido para dormir después de un largo y agitado día laboral.

En cuanto a las muchachas ya entrantes a la mayoría de edad les fue asignado sus collares que las reconocían como las encargadas de preparar todos los alimentos para su Reina sin fallar uno solo, teniendo que estar listos a tiempo.

Debían comenzar su día a las 5 a.m. asearse y limpiar su cuchitril que usarían como dormitorio comunitario, el cual tenía que estar ordenado justo a las 5:50 am y de inmediato dirigirse hacia la cocina y comenzar la preparación culinaria para su Reina, lo cual debía y tenía que estar listo como máximo a las 6:50 am para ser entregado justo a las 7 am, hora en que su Alteza debía ser despertada lamiéndole suavemente los pies para enseguida desayunar mientras era abanicada por una de sus estúpidas con un abanico de plumas suavemente con el propósito de no llegar a ser una molestia el aire pero si refrescar.

Como hora límite su Emperatriz debía estar totalmente arreglada a las 7:35 para ser recogida por sus esclavas choferes y ser conducida hasta el instituto para estar llegando momentos antes del toque que marcaba la hora de ingreso a las 8:15, las maestras como ya era costumbre cargaban los útiles de su Dueña hasta llegar al salón de clase, dejarla instalada y retirase reverencialmente besándole su calzado.

Mientras que las ...